"Hay cosas que, si no te pasan a ti, piensas que es imposible que pasen, como que alguien se pueda quedar sin vivienda y que el Gobierno, en vez de garantizar los derechos básicos de la gente, se dedique a salvar la deuda de la banca", explicaba ayer Amal, una de las representantes de Stop Desafiuzamentos Sada, que participó en la mesa redonda de las jornadas Empty Coruña, que se celebró en el centro cívico de la Ciudad Vieja.

La suya, como la de los miembros de la asociación Elviña non se vende es una historia "increíble", ya que sus padres firmaron una hipoteca con unas condiciones que eran imposibles de cumplir pero que, en el momento de la compra de la vivienda, desconocían.

"En Elviña se expropiaron las viviendas para hacer un parque de oficinas, de I+D+i, a los que no quisimos vender al precio que nos daban, que queríamos seguir viviendo en nuestras casas, nos convirtieron en promotores, nos dejaron una deuda de miles de euros, en algunos casos de medio millón de euros por las cuotas de urbanización. Somos morosos con la administración, porque no podemos pagarlas y no tenemos derecho a nada, ni siquiera a recibir una ayuda de dependencia y nuestras casas, aunque estemos en ellas, no existen, están dadas de baja en el catastro", explicaba ayer Pilar Santiago, una de las afectadas por la construcción del parque ofimático, del que, ahora, no le queda más que el nombre. Y es que, a pesar de nacer como un proyecto de innovación, enseguida giró y se convirtió en un polígono de viviendas, algunas de precio protegido y otras de precio libre. "Lo peor de todo es el drama social. No podemos olvidar lo que está pasando", dijo ayer Santiago que, como sus vecinos, lucha ahora por que se desafecten sus casas que están doblemente amenazadas, ya que la ampliación de Alfonso Molina también deja en la cuerda floja la pervivencia de sus viviendas que, aunque sean suyas, ya no existen.

Durante las jornadas de ayer, los colectivos sociales que apuestan por una gestión diferente del urbanismo intercambiaron ideas y experiencias. También Arquitectura Sen Fronteiras, que trabaja en el acceso al hábitat digno de las personas, sea cual sea su condición, repasó ayer las políticas de "erradicación del chabolismo" que se habían practicado en la ciudad a lo largo de los años y que, según sus conclusiones, no ha dado buenos resultados en la integración social de estas personas. También Proxecto Cárcere habló sobre su experiencia y sobre cómo la asamblea decidió posicionarse a favor de presentarse al concurso municipal de gestión porque primaba más que se arreglase, aunque solo fuese un trocito, el edificio que siguiese cerrado. Su objetivo, en el futuro, es que el edificio funcione "como los montes , de mancomún", según explicaron ayer, ya que, no hacerlo de este modo les obliga a "estar pendientes de si hay cambio de gobierno cada cuatro años", ya que, con unos, su actividad es más fácil que "con otros".