Pudieron ser los nervios por el debate del futuro de los muelles portuarios o un simple despiste, pero el alcalde derramó el pasado lunes la jarra de agua que tenía sobre su escritorio, desde donde preside el pleno, y obligó a varias personas a ayudarle a resolver la situación. Primero fue el concejal socialista José Manuel Dapena el que le acercó, desde su sitio, un pañuelo desechable para intentar paliar los daños del agua sobre la madera noble y, después, fue una bedel la que le trajo, hasta en dos ocasiones, grandes cantidades de papel absorbente para poder secarlo. Unos minutos después del accidente, Ferreiro pudo beber, por fin, un poco de agua.