Es el segundo año que el director de la OSG imparte clases magistrales a jóvenes directores. Este año han sido cuatro, seleccionados entre más de 60 aspirantes. Después de trabajar con ellos durante cuatro días, Dima organizó un concierto público en que los alumnos-directores se pusieron al frente de la OSG para interpretar las obras que habían estudiado. Pablo Devigo se sitúa sobre el pódium con seguridad y elegancia; con ademanes flexibles y gestos un poco repetitivos abordó la sinfonía de Mozart; mejor en el primer tiempo que en el segundo, donde mostró cierta rigidez; en conjunto, versión muy meritoria de una difícil obra maestra. Santonja planteó el extenso primer tiempo de la Heroica con acentuados contrastes dinámicos, marcando con intensidad los sforzandi y los reguladores del volumen; en algún momento, su vehemencia pareció un poco excesiva; con todo, estimable versión de un extraordinario y complejo movimiento. Francisco Valero-Terribas ofreció una notable versión de la célebre marcha fúnebre de la Heroica con un excelente planteamiento de los volúmenes; tal vez con cierta violencia en algún pasaje de la sección central; excelente versión, superada no obstante por la soberbia interpretación de las Danzas rumanas de Bartok que también tuvo a su cargo este joven maestro y que cerraron el concierto; cada una de las siete piezas que integran la suite fue perfectamente definida con su propia personalidad, lo que no es pequeño mérito. Antes de la obra de Bartok, Burghgraed, un joven de estatura aventajada y elegante gesticulación, realizó una espléndida lectura, sin batuta, del precioso adagietto de la Qunta, de Mahler; la regulación de la intensidad fue impecable y la versión tuvo una intensa emotividad a lo largo de toda la pieza hasta el maravilloso pianísimo conclusivo.