La antigua cárcel provincial, que se levanta frente a la Torre de Hércules, cumple mañana 91 años. Convertida en un centro de actividades culturales, sus paredes aún guardan recuerdos marcados por el miedo y la incertidumbre. Uno de ellos es el de Celsa Díaz Cabanela que en 1974, con solo 17 años, se convirtió en la única mujer presa política en la prisión coruñesa. "Recuerdo que al entrar olía a formol y que desayunábamos cascarilla, esto último fue lo único bueno", confiesa la mujer, encargada de colocar una placa en honor a los represaliados con motivo de la conmemoración.

La estancia carcelaria de Díaz Cabanela se prolongó durante dos meses. Todo empezó por una protesta. "Me pusieron una multa de la Dirección General de Seguridad de 200.000 pesetas por una manifestación contra la selectividad", detalla la que fue militante de las Juventudes Comunistas. Aparecieron en el centro donde estudiaba, el Zalaeta, para llevársela directamente a la prisión. "Ahí no pasabas por el juez ni nada. Te encarcelaban sin decírselo a tus padres", lamenta.

Aquel día de hace 44 años, en apenas unos minutos, Celsa Díaz pasó de estar junto a sus compañeros en clase a dormir entre rejas. Y así durante dos meses, pero no perdió el tiempo. "Recibía visitas dos veces por semana y por las tardes estudiaba. Estaba en Sexto de Bachillerato", apunta. Nunca coincidía con hombres y compartía su día a día con mujeres que "habían abortado, que practicaban abortos o carteristas".

En cuanto piso la calle, apareció un nuevo obstáculo: "Me expedientaron y no pude estudiar". Decidió entonces ponerse a trabajar hasta que en 1977, con la Ley de Amnistía, pudo volver a los libros. Su historia con la antigua prisión, no obstante, tuvo una segunda parte. Fue en 1975, cuando ya había cumplido los 18 años. Otra multa la volvió a meter entre rejas, aunque no logra recordar por qué. "Solo sé que fue una multa del Gobierno Civil porque era de 100.000 pesetas", explica, y añade que en esta ocasión estuvo encarcelada "durante un mes". Ya libre, continuó manifestándose sin dejar de lado los estudios: "Acabé Graduado Social".

Celsa Díaz Cabanela intentó dejar estos recuerdos dentro de un cajón cerrado con llave. El objetivo era avanzar sin mirar atrás. Hasta 2011. Aquel año, durante el Ejecutivo municipal del bipartito (PSOE y BNG), en la prisión se realización varios proyectos culturales, como un festival de cine, teatro y exposiciones. En la inauguración no faltó la que había sido la primera presa política. "Estaba igual que antes pero sin gente. Fue muy duro. No me gustó porque fui consciente de lo que habían hecho conmigo. Me habían secuestrado", explica con sinceridad.

Ahora asegura que no tiene "sentimientos especiales" hacia ese inmueble que mañana cumple 91 años. Aunque los recuerdos siguen siendo muy desagradables. "Siento respeto. Cuando llego allí pienso en la gente que mataban con garrote vil en una sala que está en la entrada", detalla con la voz entrecortada.

A pesar de todo, no faltará a la cita de mañana -a partir de las 20.00 horas- organizada por Proxecto Cárcere y la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica. "Vamos ahí porque estamos vivos. Vamos a recordar a aquellos que no pueden hacerlo", dice Díaz Cabanela, a la que le entusiasman los nuevos usos que se le están dando a la antigua prisión. "Me parece perfecto que ahora sea un centro cultural porque significa que es un sitio liberado".

Celsa Díaz colocará la placa en el antiguo penal para recordar a la gente represaliada en este espacio. A continuación habrá pinchos para el disfrute de los presentes, que podrán aprovechar la ocasión para visitar las estancias habilitadas y en buen estado, todavía unos cien metros cuadrados, que se están utilizando para el desarrollo de proyectos y actividades.