Hasta una docena de agentes de Policía testificaron ayer en la Audiencia Provincial durante el juicio al hombre acusado del asesinato de su hijo de 11 años en Oza-Cesuras. Los que realizaron la inspección al vehículo del acusado coinciden en que tenía restos de sangre y de tierra, que provendrían del lugar donde fue hallado el cadáver y posible lugar del crimen. Los policías observaron "salpicaduras" de color rojizo en el lateral izquierdo del vehículo y en el portón del maletero, y tierra en el guardabarros, que también detectaron en los pedales, así como una hoja de eucalipto. También había sangre en la palanca de cambios, en el tapizado y en el anclaje del asiento del conductor.

Los agentes de la Policía Científica que recogieron vestigios en el monte de eucaliptos donde se encontró el cuerpo del niño confirmaron que los restos de sangre, en la pista principal y que llegaban hasta el árbol donde estaba apoyado el cadáver, explicarían que fue arrastrado -una distancia de aproximadamente 30 metros- así como la posición de la ropa y la pérdida de una zapatilla. También apreciaron en el menor un fuerte golpe en la frente de la pala con la que supuestamente se perpetraría el crimen, que fue mostrada en varias ocasiones en la sala. Todos coincidieron en que no había sido usada anteriormente. "Me atrevería a decir que era nueva o de aspecto muy nuevo", apuntó uno.

Las policías que realizaron los dos interrogatorios al acusado, el día del arresto y al día siguiente -tras encontrar el cadáver-, explicaron cómo el acusado confesó haber abandonado el tratamiento para su enfermedad mental y, tal como hiciera el lunes, en su declaración en el juicio, que no recordaba nada más allá del sábado. Aunque permaneció "tranquilo" y negó haberle hecho nada a su hijo porque lo quería "mucho", llegó a declarar, ante la pregunta de si lo había matado, que "conscientemente, no". El hombre insistió en sus problemas psíquicos y relató en aquel momento que el verano anterior había pasado cuatro meses sin ver al niño al empeorar de su enfermedad.

Él mismo, dijeron las agentes, al ver rascazos en sus manos, sospechó que había estado en Oza. Tal como defendió ante el jurado el primer día, el 091 sí había estado en la localidad en busca del menor. Un policía explicó ayer que llegaron a encontrarse con la madre del acusado cerca de la casa que posee en la zona pero que no llevaba las llaves, lo que no pareció razonable al agente y así lo trasladó ayer en la sala.

La Fiscalía y las tres acusaciones -la madre del menor, la Xunta y la asociación Clara Campoamor- solicitan prisión permanente revisable para el acusado. Su defensa alega trastorno mental para pedir su libre absolución.