De oca a oca y tiro porque me tocan. Muchos, en sus casas, se habrán cansado de repetir esta frase frente a un tablero y con un cubilete con un dado en la mano. Más allá de la diversión y la competitividad, el tradicional juego tiene "mensajes ocultos". Así lo revela Jesús Álvarez, que hoy dará una charla sobre el tema en la Casa Casares Quiroga en la inauguración de un ciclo de debates de la asociación cívica y cultural Foro Curros Enríquez. "No soy un experto, pero he leído mucho sobre esto", apunta rápidamente.

A partir del "desafío" de un amigo, Jesús Álvarez empezó a buscar en internet el simbolismo del juego de la oca. Algo que nunca le había llamado la atención pero que, al leer un correo electrónico, se quedó dando vueltas en su mente. "Es un juego muy infantil que no tiene estrategias y con normas muy sencillas. Pero hay casillas significativas", confiesa. La creación del juego se le atribuye a los Caballeros Templarios pero el tablero puede representar "el camino de Santiago". "El camino primitivo tenía trece etapas, el mismo número de ocas que hay en el juego", explica.

El número 63 también está "muy presente" en la oca. "Es el número de casillas que hay. Pero encontramos una oculta, la última, la 64 que nos acerca hasta Finisterre. Muchos peregrinos prolongan el camino hasta allí", argumenta.

Sobre su origen hay muchas hipótesis, no solo la implicación de los Templarios. "A Europa llegó porque Francisco de Médici se lo regaló a Felipe II, por lo que se hizo muy popular en la corte. Pero hay también jeroglíficos egipcios en los que hay referencias a la oca. Se habla incluso de que Aquiles, durante el asedio de Troya, jugaba para entretenerse en las horas muertas entre combate y combate", enumera un curioso Jesús Álvarez.

En la charla de hoy en la Casa Casares Quiroga, que comenzará a las 19.00 horas, el ponente tratará de crear "un debate" con los oyentes, y que estos le pregunten "sus dudas sobre el juego". Un tablero que la mayoría tiene en casa, pero nunca se paró a pensar qué significa. "Hay casillas muy significativas como el pozo, el puente, los dados, el laberinto y la muerte. Tienen una carga psicológica importante, como si se tratara de la vida misma", apunta.

A pesar de su conocimiento sobre la oca, Jesús Álvarez nunca fue un apasionado del juego. "Me lo decía mi hija ayer, que ahora hablo del juego y cuando era pequeña no quería jugar con ella", desvela entre risas. Tampoco es fan del parchís. "A mí me gusta el ajedrez, ese sí que me parece un juego interesante", confiesa.