El pasado 22 de septiembre se cumplieron cien años de la primera muerte causada en A Coruña por la epidemia de gripe de 1918, una enfermedad que llegó a matar a 50 millones de personas en todo el mundo. Para conmemorar aquellos hechos, el Instituto de Estudios Coruñeses José Cornide y la asociación Isabel Zendal organizan este mes el ciclo A gripe de 1918 cen anos despois.

El historiador Xosé Alfeirán, el periodista Rubén Ventureira y el profesor de Historia de la Música Crisanto Gándara ofrecieron esta semana en una mesa redonda distintas visiones sobre la repercusión de aquella epidemia en A Coruña. La situación en la ciudad era ya muy difícil, según destaca Alfeirán, ya que la I Guerra Mundial hizo que el tráfico portuario se desplomara ante el temor a los ataques de los submarinos no solo de los buques mercantes, sino también de los de pasajeros que transportaban a los emigrantes a América.

"El puerto estaba prácticamente en mínimos", comenta el historiador, quien añade que también se redujo la actividad en la construcción y que hubo además una gran carencia de productos de primera necesidad por la caída del comercio y porque los acaparadores los retenían para encarecerlos y enviarlos a los países en guerra, explica Alfeirán, quien detalla que los médicos militares apreciaban que los reclutas llegaban a los cuarteles desnutridos.

La gripe llegó a España en dos oleadas, la primera de ellas en la primavera de 1918 y sin causar muertes. Los primeros enfermos fueron los funcionarios estatales, ya que se propagó a través de las oficinas de Correos, por lo que la gente se tomó la epidemia a broma. El escritor y periodista Manuel María Puga Parga, conocido como Picadillo y que fue alcalde en dos ocasiones, incluso publicó un artículo humorístico recomendando una comilona para combatir la gripe, aunque al otoño siguiente murió de colapso pulmonar relacionado con la segunda oleada de la gripe.

El cuartel de Atocha, sede del regimiento Isabel la Católica, fue el primer lugar de la ciudad donde se tienen noticias de la enfermedad, ya que el primer fallecido fue el soldado José Varela Pose el 22 de septiembre, aunque días antes murió una mujer, Herminia López Iglesias, a la que no se relacionó con la gripe, pero que posiblemente falleció por esta enfermedad. Tras el primer soldado de Atocha cayeron cinco compañeros suyos y luego personas que los lugares a los que los reclutas iban a comer, beber y lavar la ropa.

"Se identificó como gripe pero no se sabía cómo combatirla", señala Alfeirán, ya que en solo tres días los enfermos morían. El 15 de octubre fue la jornada más trágica, con 38 muertos. A mediados de noviembre se levantó la declaración de epidemia, con un balance de 569 muertos entre gripe y enfermedades respiratorias, según la investigación realizada por Alfeirán.

"No hubo abandono de la ciudad pero había temor porque había muchos afectados", refiere el historiador, por lo que los entierros se realizaron de forma inmediata y sin apenas oficios, se prohibieron las sesiones de cine y teatro y hasta los actos religiosos, al tiempo que se fomentó la ventilación, desinfección, aislamiento y limpieza, mientras que en el puerto se habilitó un hospital de campaña para los enfermos llegados en los trasatlánticos.

Un coruñés famoso en esa época, el pintor Germán Taibo, huyó de París en 1918 ante el avance de las tropas alemanas y la amenaza de la gripe, por lo que el 1 de junio llegó a su ciudad natal. Rubén Ventureira logró averiguar que permaneció aquí hasta finales de año y que durante su estancia conoció precisamente a Picadillo, cuyo pazo de Anzobre, en Arteixo, llegó a visitar, para pocas semanas después conocer la muerte de su anfitrión. Para Ventureira, es "sorprendente" que la causa de la muerte de Picadillo, fallecido el 30 de septiembre, no apareciese destacada en la prensa pese a su gran popularidad, por lo que sospecha que se intentó no alarmar a la población.

El prestigio de Taibo como artista le permitió acudir a un banquete por el final de la guerra mundial con cónsules de los países participantes y, tras regresar a París, murió de gripe el 14 de febrero de 1919, poco después de pintar el cuadro El leñador y la muerte. "Tuvo que contagiarse allí porque había marchado de A Coruña a finales de año", explica Ventureira, quien señala que hasta ahora se ignoraba cuándo había abandonado la ciudad.

Crisanto Gándara abordó en su intervención que la gripe afectó en aquellas fechas a un estudiante de la Escuela de Artes y Oficios, Manuel Eiroa Rama, un antepasado suyo y familiar del famoso médico Ramón Pérez Costales. El alumno trabajaba entonces en la traducción del francés de un prestigioso manual, por lo que el manuscrito es "probablemente el primer texto de historia del arte escrito en la ciudad y la única traducción al castellano de ese libro", destaca Gándara, quien añade que se trata de un manual de historia del arte muy difundido por toda Europa desde mediados del siglo XIX hasta bien avanzado el XX.