El Observatorio del Litoral de la Universidade da Coruña organizó ayer en la sede de la Fundación Barrié la jornada O futuro das cidades portuarias, en la que intervinieron diferentes expertos sobre la transformación de muelles en zonas urbanas. El presidente de la Asociación para la Colaboración entre Puertos y Ciudades, además de arquitecto y exprofesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Venecia, fue el primero de los ponentes y defendió que las iniciativas para urbanizar terrenos portuarios se lleven a cabo mediante acuerdos que satisfagan tanto a las ciudades como a los puertos. Rinio Bruttomesso consideró además conveniente la existencia de viviendas en esas áreas.

- ¿Son decisivos para las ciudades los procesos de transformación de sus puertos en zonas urbanas?

-Sí, muchísimas veces son decisivos. No solo por la envergadura del espacio que se libera porque el puerto necesita más superficie para tráficos como los contenedores o porque hay actividades portuarias que ya no pueden permanecer en esos lugares, sino porque también es una gran oportunidad para la ciudad, ya que a veces el puerto ha nacido antes que ella y muchas veces al mismo tiempo. Pero el problema es que el puerto dice que no puede dejar ese espacio de forma gratuita porque se trata de un elemento inmobiliario que tiene valor y debe hacer frente a inversiones. A eso la ciudad replica que el puerto nunca ha comprado ese espacio, por lo que son cuestiones muy delicadas.

- ¿Son frecuentes las tensiones entre ambas partes?

-Sí, son muy frecuentes. En el norte de Europa los puertos pertenecen a las ciudades, por lo que no hay enfrentamiento, ya que el plan de desarrollo del puerto está controlado por el alcalde. Cuando hay administraciones separadas y el Puerto tiene que dar explicaciones a una entidad superior como un ministerio, es una situación distinta, ya que se trata de una empresa que tiene que hacer negocios e inversiones y el dinero hoy es más difícil de encontrar. Cada caso es distinto, pero hay muchos casos en los que habiendo enfrentamiento, al final se ha encontrado un acuerdo.

- ¿Hay algún caso como el de A Coruña en que el Puerto deba financiar obras mediante la venta de los terrenos que libera?

-En España hay un caso que puede tener algunos elementos que se parecen al caso de A Coruña. En Cádiz se traslada la zona de contenedores del puerto interior y deja un gran espacio a la ciudad con un problema similar. Se está llegando a un acuerdo, pero tampoco fácil porque tanto el puerto como la ciudad tienen que buscar recursos para sus futuras inversiones. Entiendo que la ciudad diga que tiene que pensar en todos los ciudadanos y vea esos espacios que se van a liberar como una gran oportunidad, pero también es verdad que el Puerto exige llegar a un acuerdo sobre eso. Hay que buscar un acuerdo porque sin él, de una manera o de otra van a perder todos, ya que a los ciudadanos no les puede gustar que su puerto pierda competividad, ya que hay muchas personas y empresas que trabajan allí. Tienen que ganar ambos y como en todos los acuerdos, uno y otro tendrán que ceder hasta encontrar un equilibrio que sea bueno para los dos.

- ¿Cuál es la mejor fórmula administrativa para gestionar este proceso, un consorcio, una sociedad pública...?

-Hay muchísimas formas. Depende de cuestiones como que pueda haber una normativa que permita crear una cosa u otra. A veces se crean entidades en las que no solo participan el Ayuntamiento y el Puerto, sino también empresas y otras instituciones. Lo importante es entender es que si se da a esta entidad la responsabilidad, también que darle autonomía. No puede ser que después el presidente del Puerto o el alcalde digan que no a un acuerdo. Cuando los inversores extranjeros ven que hay esta confusión dicen que allí no van a poner el dinero porque lo que piden son garantías de estabilidad.

- En su ponencia habló de la necesidad de que los acuerdos adoptados sobrevivan a los cambios políticos.

-Eso es fundamental. Es un tema central de nuestra democracia, y hablo también de mi país, porque veo que cambia el alcalde y dice que hay que cambiar lo que hizo su predecesor. Si su predecesor hizo un plan con una validez de diez años, pienso que se tiene que respetar. Puede ser que haya cambiado algo, pero por eso también hablo de que los planes tienen que ser flexibles para poder ser modificados. Pero mantener los acuerdos de los cargos anteriores es un ejercicio de democracia sobre el cual tenemos que dar muchos pasos adelante todavía.

- Defiende que haya una variedad de usos en los terrenos portuarios liberados, incluido el residencial. En A Coruña existe temor a que eso deje paso a la especulación. ¿Es necesario que haya viviendas?

-Hay normativas que prohíben construir viviendas cerca del borde costero, pero después de haber visto por todo el mundo muchísimos ejemplos, estoy convencido de que la mezcla de actividades es el objetivo que tenemos que conseguir. Después hay que ver cuál es esta mezcla y qué porcentaje de cada uso en ella. Pero hacer todo viviendas, todo despachos, todo comercios o todo museos es un error. La vivienda es importante porque la presencia de los habitantes garantiza un control social durante las veinticuatro horas, ya que la seguridad es una preocupación. Hay zonas portuarias en las que se crearon solo oficinas y que por la noche están desiertas. La monocultura es algo que tenemos que borrar en los planes porque hay bastantes ejemplos que nos dicen que es negativo. También hay que ver qué tipo de vivienda se construye, porque he visto frentes marítimos en el mundo que son guetos de lujo, pero la vivienda es algo que hay que introducir, pero con una mezcla de lujo y social porque la ciudad también la tiene. Y es importante porque puede generar una vivacidad en términos de vivienda.

- Mencionó el aspecto psicológico que tiene la proximidad al mar y que en Málaga los ciudadanos protestaron incluso porque el paseo está protegido por una mampara de cristal. ¿Hay que tener en cuenta este factor al ordenar los terrenos portuarios que se urbanicen?

-Es algo nuevo. La recuperación de la sensibilidad por la cercanía al agua no existía hace veinte años, ya que hasta entonces la gente lo aceptaba todo, y un administrador local tiene que pensarlo muy bien, ya que la gente que vive en una ciudad con mar quiere tener esa proximidad que le permita casi tocarlo. Nuestra asociación fue consultora de la ciudad italiana de La Spezia y los funcionarios municipales nos decían que el puerto era su gran riqueza pero que no querían ser penalizados por él, ya que solo había un pequeño trocito de ciudad por el que se podía acceder al mar. Cuando voy a una ciudad siempre veo a los pescadores, porque son los centinelas del mar y te dan una idea de cómo lo percibe la gente.