Las arias de Monteverdi, Purcell, Mozart y Broschi sonaron ayer en Afundación de la mano del contratenor Alberto Miguélez-Rouco, protagonista este año del ciclo As novas voces galegas. El cantante coruñés, que actuó junto a una orquesta de instrumentos originales, afrontó su primer recital en la ciudad que le vio crecer como artista, y que le enseñó el amor por el canto con agrupaciones como el Coro Cantabile. Ahora, el contratenor se prepara para un nuevo reto que le llevará el año que viene de gira por Francia, para interpretar La divisione del mondo de Legrenzi bajo la batuta de Christophe Rousset.

- Fue en esta ciudad donde se descubrió como contratenor.

-Sí. No fue una decisión voluntaria, porque yo ya cantaba desde niño en los coros, y siempre tuve una voz fácil. Llegó un momento en el que descubrí que podía cantar grave, pero que seguía teniendo la misma capacidad para el agudo. Sin pensarlo, sigo cantando así.

-Sus primeros pasos en la música los dio en el Coro Cantabile, ¿hasta qué punto fue determinante la agrupación en su trayectoria musical?

-100%, de eso no tengo duda. En el Conservatorio te enseñan muchas cosas, pero muy poco del mundo real. Es una formación demasiado teórica y poco orientada a la realidad profesional. En cambio, yo con Cantabile hacía una media de 50 conciertos al año. Eso hace que cojas unas tablas y una capacidad de trabajo que en mi caso fue determinante. Además, te enseñan a querer el canto. Solo en el coro son 70 u 80 niños pequeños, que es un logro en esta época en la que la música clásica no está tan valorada.

-¿Hay mucha cantera aquí?

-Hay mucha gente que quiere estudiar. El problema de aquí es que las salidas no son tan inmediatas.

-¿Galicia no ofrece oportunidades al cantante?

-Si Galicia nos hubiera dado oportunidades, yo creo que estaríamos todos aquí. En la Schola Cantorum Basiliensis de Basilea tengo un montón de compañeros gallegos buenísimos todos, pero que en Galicia no hacen nada, aunque estén ganando concursos y premios. En A Coruña el nivel es muy bueno, pero lo que ha bajado es la cantidad. La calidad han conseguido mantenerla, pero prescindiendo de otras cosas. Por eso tenemos una temporada de ópera que hace dos años tenía siete títulos, diez recitales, cursos? Y este año tiene dos, una de ellas en versión de concierto.

-¿Cuál es el origen del problema?

-Quizá está demasiado asociada la ópera a una cierta clase social, y yo no estoy de acuerdo. Yo creo que puedes invitar a niños de cualquier situación económica y que van a disfrutar. El problema es que luego crecen escuchando otras cosas, y la ópera se convierte en algo de gente mayor. También hay una falta de estabilidad presupuestaria.

-Usted ha actuado varias veces en la Temporada Lírica, ¿se siente ya consolidado en escena?

-No, no, en absoluto. De hecho, este es mi séptimo año fuera, y estoy muy contento de que no me hayan ofrecido este recital antes, porque he podido afrontarlo de otra manera. Yo soy una persona muy tranquila, y necesito ir paso a paso y seguro. Además, creo que es importante saber decir que no, aunque sea una decisión difícil. Por ejemplo, a mí me ofrecieron hace una semana cantar en el Auditorio Nacional de Madrid. Y he dicho que no, porque era un repertorio que no habría podido afrontar bien.

-¿Con cuál se siente cómodo?

-Yo el repertorio que canto cómodo sobre todo es el siglo XVIII, inclusive Mozart. Ahora, estos últimos años estoy realizando un trabajo de impulso de música española. Tiene mucha calidad, pero que el problema es que no se hace.

-¿Está olvidada?

-En la historia de la música en el Conservatorio, la impresión que yo tuve es que en España no hubo música nunca. No existe. Yo me llevé una sorpresa enorme cuando llamé a los archivos de la Capilla Real, de la Catedral de Zaragoza? Y ver que había. Fue una sorpresa tan grande que decidimos hacer un concierto y recuperamos una de las obras. Es música que gusta mucho y que nos toca la fibra, porque es española al fin y al cabo.

-Hablaba antes del barroco. El año que viene afrontará una gira por Francia para cantar ópera con Christophe Rousset, uno de sus mayores representantes.

-Sí, es un director muy famoso, que saltó a la fama por la famosa película Farinelli. Con él hacemos una ópera de un compositor italiano del XVII, Legrenzi. Es una tourné de cuatro meses, y mi primera colaboración con él y la verdad es que estoy muy contento.