Concierto con dos partes bien definidas. La primera, con tres compositores levantinos; la segunda con dos músicos estadounidenses (aunque uno de ellos, Hindemith, nació en Alemania, de la que hubo de huir durante la dominación nazi). Estuvo al frente del instrumento colectivo el valenciano, Manuel Godoy; un músico importante dotado de un amplio currículo. Fue aplaudido por los propios profesores de la agrupación. Creo que con toda justicia ya que Godoy condujo a la Banda con un perfecto dominio y una excelente técnica rectora; esa mezcla de flexibilidad y precisión en las indicaciones de entrada a los diferentes instrumentos; y ese sentir la música que le lleva a dirigir no sólo con los brazos sino con todo el cuerpo. Las versiones de los compositores levantinos (dos valencianos y un catalán) fueron muy brillantes. Aunque merece destacarse de manera especial la versión de la difícil sinfonía de Hindemith. Tan sólo debo resaltar que los volúmenes que el maestro valenciano pide a la agrupación son a menudo desmesurados; tanto, que me pregunto si Godoy podrá terminar su vida profesional con el sentido del oído intacto. Algunos aficionados, habituales de los conciertos de la Banda manifestaron su desagrado por tales excesos de sonoridad. Una lástima porque, dejando ello aparte, el concierto tuvo una calidad y una perfección sobresalientes con un programa nada fácil. Nuestra Banda Municipal está en un gran momento; el maestro valenciano la aplaudió repetidas veces. Una espléndida interpretación de la conocida canción francesa, Las hojas muertas, de Joseph Kosma, fue ofrecida como bis; el público renovó y acrecentó sus manifestaciones de entusiasmo.