El Concello volverá a presentarse a las ayudas europeas Acciones Urbanas Innovadoras (UIA) en la línea de "pobreza urbana" que contiene la nueva convocatoria, que se fallará el próximo año. La propuesta, que fue descartada para los fondos otorgados en este ejercicio, se modificará para que la experiencia pionera sobre vivienda en la Ciudad Vieja pueda adaptarse a las nuevas exigencias del organismo europeo. Desde la Concejalía de Rexeneración Urbana consideran que su proyecto "tiene cabida" en esta temática por la "perspectiva transversal" de la idea, que diseña la revitalización del casco histórico ofreciendo viviendas a jóvenes para emanciparse y a personas mayores que no tienen sus viviendas adaptadas a sus necesidades.

La inscripción en este tipo de ayudas, que cuentan con entre 80 y 100 millones de euros del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, ya está abierta y se extiende hasta el 31 de enero del año que viene. En la búsqueda de soluciones innovadoras a problemas de las ciudades europeas, el organismo plantea cuatro líneas de propuestas: transición digital, uso sostenible de la tierra, seguridad urbana y pobreza urbana. Esta última, a la que optará A Coruña, busca, como uno de los objetivos "clave" de la Unión Europea para 2020, reducir el número de personas en riesgo de exclusión social o pobreza. La organización de las subvenciones explica que una de las prioridades es evitar la concentración de pobreza en ciertas áreas geográficas, por la "segregación" que supondría, y habla de bajos salarios o daños a la salud, pero también apela a las malas condiciones de las viviendas o a la movilidad reducida.

Lo que pretende el organismo europeo es "implantar soluciones sostenibles para conseguir a largo plazo la integración y la ruptura del círculo del aislamiento social" y apunta que los proyectos pueden incidir en la pobreza energética y en "la regeneración de zonas urbanas o barrios deprimidos".

La propuesta que había presentado el Ayuntamiento y que pasó una primera selección, tenía el título Casas comunes para afrontar retos demográficos en una ciudad de medio tamaño y contaba con la colaboración de la Universidade da Coruña. La idea inicial era ocupar las numerosas viviendas vacías del casco histórico para fijar población, evitando la gentrificación -la expulsión de habitantes de un territorio por la presión de otros ciudadanos de clase más alta-. Los jóvenes con pretensión de independizarse y dificultades para ello y las personas mayores, principales vecinos de la Ciudad Vieja, eran sus protagonistas.