El explosivo humor de JJ Vaquero se une esta tarde al de otros dos grandes de la comedia, Raúl Cimas y Dani Mateo, como parte de Nunca os olvidaremos, su nuevo espectáculo. El show, una sucesión de monólogos y sketches ambientados en el velatorio de los humoristas, hará su parada en A Coruña a partir de las 20.30 horas, cuando podrá verse en el teatro Colón.

-Cualquiera diría que un funeral no es el mejor escenario para la risa, pero ustedes la consiguen.

-Un funeral no es el mejor escenario, ahora, si hablamos de nuestro funeral? Yo creo que a la gente ya le gusta. Imagínate si no te apetece ver cómo me velan Cimas y Dani Mateo, o cómo Cimas y yo lo velamos a él en el tanatorio.

-Los tres tienen humores muy distintos, ¿se acoplan bien el escenario?

-Yo creo que sí. En los monólogos hacemos cada uno nuestro humor, así que es el público el que tiene que digerirlo. Yo siempre he pensado que habrá fans de Cimas a los que yo no les haga gracia y que tengan que aguantarme, pero las sensaciones están siendo muy buenas. Más que el público de Cimas tenga que sufrirme a mí o viceversa, creo que al final nos ganamos el corazón del público del otro.

-Habrán ganado muchos en todo lo que llevan de gira, ¿con qué se quedan de este tiempo?

-Yo me quedo con intentar pasar en Londres una tumba por el aeropuerto. Está bastante bien hecha, da mal rollo, y toda la gente estaba mirándonos. Entonces, de los nervios, Cimas facturó el billete. Lo dejó encima de la maleta y se lo llevó. Y todo esto en inglés, yo creía que me iba a morir de risa.

- Nunca os olvidaremos es una mezcla de monólogos y sketches , ¿JJ Vaquero tiene más madera de actor o de narrador?

-Yo soy el peor actor del mundo mundial. Una vez fui a un casting para Ella es tu padre. No suelo ir nunca, pero el papel era para una persona con melenas y barba, y llamaron a mis jefes para que fuera. Y me dijo el director: "Me gustaría cogerte, porque me has caído bien, pero no puedo" [risas].

-También es que empezó tarde en el mundo del espectáculo. ¿No le habían llamado los escenarios antes?

-Nada, cero. Fue cuando empecé a ver monólogos en El Club de la Comedia cuando el formato me empezó a llamar la atención. Me los aprendía y trataba de soltarlos con la familia. Pasó el tiempo, empezó a haber concursos de monólogos por Valladolid, me apuntaron y la verdad es que nos vino un poco de sorpresa. Ya tenía 30 años?

-La vida hecha.

-Claro. Yo era camarero de un hotel, tenía un trabajo fijo y estaba bastante bien. De hecho, pedí tres excedencias [se ríe]. Cuando vi que podía intentarlo, pedí una excedencia, al año la renové y a la tercera ya me estaba yendo bien, y aun así dije: "No, renueva otra vez".

-¿Cómo vivió el salto? Porque no es lo mismo contarles un chiste a los amigos que a la audiencia.

-Al principio lo que da vértigo es contarles chistes a desconocidos. Te has acostumbrado a contárselos a tu familia y a tus amigos, y de repente irte a Denia y contárselo a gente que no conoces? Pero luego se vuelve al revés, y lo que te empieza a dar vértigo es volver a Valladolid y actuar allí para tu gente. Porque tienes que compartir con ellos el tiempo, te los cruzas por la calle? Resulta mucho más fácil irte a Santander o A Coruña. Siempre hay un día que estás mal y que lo único que quieres es irte, pero cuando estás en tu casa no puedes [risas].

-"Cuando me di cuenta de que tenía que evolucionar como cómico, había creado una marca", decía en una entrevista. ¿Se ha sentido encasillado?

-Eso sí que lo dije, pero creo que ahora los temas han cambiado y la gente ha aceptado que hable de otras cosas. Yo cuando empecé no tenía hijas ni nada, salía mucho de fiesta y hablaba de lo que me pasaba. Me movía en el humor canalla. Pero va pasando la vida, vas cumpliendo años, y de repente ya no te ves en un escenario diciendo: "A las siete de la mañana en un after?". Ahora mismo de lo que me interesa hablar es de que la mochila de mi hija pesa 13 kilos, y ella 19.

-Menciona a las nuevas generaciones, ¿nota diferencias entre las nuevas tandas de cómicos y la suya?

-Sí. El primer monólogo de cualquier cómico de ahora es mucho mejor que el primero que hacíamos nosotros. El problema que han tenido es que los sitios ya están ocupados. Nosotros en cambio tuvimos suerte, porque llegamos una ola de gente a cubrir unos puestos que estaban sin ocupar. También ha cambiado la cantidad de gente que está en Youtube haciendo un humor muy particular que mis hijas entienden y yo no.

-Pero todos están bajo el mismo ojo público, muy crítico en ocasiones.

-Ya te lo digo yo. De hecho, cuando pruebo los chistes con mi mujer, más que probar si son graciosos, pruebo si me puedo meter en un lío. Lo que sí que es verdad es que me he alejado un poco de la polémica porque me di cuenta de dos cosas. Primero, que los cómicos estamos hablando bastante de los límites del humor, que es como si el límite de velocidad lo pusiera Fernando Alonso. Y segundo, porque cuando empecé me dijo Leo Harlem: "Ten cuidado con la religión y nunca hagas un chiste del Madrid o el Barça si no lo haces al segundo siguiente con el otro". Tu sabías que si te movías ahí y no te pasabas mucho con ciertas cosas, valía, pero de repente aquello se empezó a agrandar, tenías que tener cuidado con cada vez más cosas, y hubo un momento en el que me di cuenta de que ofendía todo, y esa fue la mayor libertad que tuve. Si todo ofende, y no puedo quitarlo todo? Pues lo cuento todo.