La primera sesión de la vista oral de la causa contra el hombre que el 10 de noviembre del año pasado mató a su primo a cuchilladas en el barrio de Os Mariñeiros dio ayer un giro inesperado al juicio, ya que el acusado, A.C.L., de 55 años, admitió la versión de los hechos presentada por la Fiscalía, que los califica como un homicidio y solicita una pena de 12 años para el acusado. La defensa promovió este cambio de estrategia después de que la acusación particular, que representa a la madre y la novia del fallecido, retirase la agravante de alevosía en el crimen que había solicitado inicialmente.

"No venimos buscando venganza ni que se pudra en la cárcel", manifestó el abogado Manuel Quintáns, quien informó al tribunal y al jurado que la pena que reclama para el acusado es también de 12 años de prisión pero que añadirá la orden de alejamiento más prolongada que permita la Ley una vez que quede en libertad. El letrado detalló que el objetivo de esa medida es evitar el "sufrimiento y los conflictos" que según dijo el acusado creó a sus familiares y que estarían motivados por su consumo de droga y desavenencias con sus allegados.

El fiscal refirió que Eduardo Abad Lojo, de 50 años, fue atacado de madrugada en la calle Antonio Pedreira Ríos cuando iba a recoger su vehículo para iniciar la venta ambulante de pescado, actividad a la que se dedicaba desde hacía poco tiempo. Durante la disputa que mantuvo con su agresor recibió tres cuchilladas, una de las cuales le afectó a un pulmón, y murió casi de inmediato. Los hechos fueron presenciados por vecinos de los inmuebles cercanos y por operarios de la recogida de basura, uno de los cuales le siguió y dio aviso a una patrulla policial que finalmente le localizó y detuvo.

Ante la sala, A.C.L. respaldó el relato del fiscal pero se negó a declarar. Su abogado, José Ramón Sierra, explicó que en principio iba a solicitar que los hechos se entendiesen como una legítima defensa ante una agresión inicial de la víctima y que se tuviese en cuenta la alteración psíquica que a su juicio sufre el acusado por el consumo de drogas y alcohol desde la infancia, que le ha llevado a intentar suicidarse varias veces. Los psiquiatras forenses no respaldan sin embargo este argumento, por lo que ante el cambio de actitud de la acusación particular manifestó que la acusación de homicidio "puede ajustarse a la realidad de los hechos".

La admisión de la culpabilidad por el acusado llevó al presidente del tribunal a proponer la reducción del número de testigos propuestos. Entre quienes declararon ayer figuró una vecina que observó desde su piso como ambos hombres se peleaban en la calle y que uno de ellos hacía ademán de clavarle un objeto en el pecho al otro, además de un trabajador de Cespa que presenció la escena al pasar a bordo de un camión y salió corriendo tras el agresor cuando este abandonaba el lugar. Al llegar a la ronda de Outeiro se topó con un coche patrulla de la Policía Local al que avisó y cuyos agentes le localizaron en unas galerías comerciales de la calle Almirante Mourelle. El policía que le detuvo destacó que el acusado llevaba en una bolsa un pantalón manchado de sangre y una funda para un cuchillo elaborada con periódicos. El arma fue hallada poco después por otro agente en el interior de un contenedor de la basura en esa calle, junto con prendas manchadas de sangre.

"Esta persona no está bien y es un peligro público", declara sobre el acusado la prometida de la víctima

La declaración de la novia de la víctima arrojó luz sobre el origen de los problemas entre los dos primos. La mujer, que había iniciado los trámites para el matrimonio después de doce años de vida en común, relató que el acusado había traspasado a Eduardo un negocio de venta ambulante de pescado y que durante los dos meses previos trabajó para él, aunque no le dio de alta en la Seguridad Social ni le pagó.

Al cederle el negocio, le vendió una furgoneta cuya reparación y seguro tuvo que pagar, además del pescado que había adquirido en la lonja en los dos meses anteriores, ya que no lo había abonado.

Eso hizo que Eduardo se negase a pagarle al completo la cantidad que habían convenido, lo que agravó las diferencias entre ambos, que ya venían de antiguo por la actitud del acusado. "Esta persona no está bien y es un peligro público", manifestó la mujer, quien dijo sentirse amenazada y refirió que ya agredió a otros conocidos por sus "ideas paranoicas". "Es como si viviera en un mundo paralelo", destacó la novia de la víctima, para quien el autor confeso del crimen tiene "manía persecutoria".