Los libros hacen viajar al lector a otros mundos y vivir experiencias a través de los personajes. Un sinfín de historias en papel y letras. El pasado miércoles se celebró el Día de la Biblioteca, el espacio en el que conviven esas obras. Algunas, eso sí, con un pasado prohibido. La Biblioteca Provincial de A Coruña exhibe una muestra con libros censurados por su contenido sexual, razones religiosas, política o por una denuncia, como ocurrió en marzo cuando una jueza ordenó el secuestro de Fariña, libro del coruñés Nacho Carretero sobre el narcotráfico gallego, como medida cautelar por la demanda presentada por el exalcalde de O Grove, José Alfredo Bea Gondar.

Este es solo uno de los muchos ejemplos que se pueden encontrar. Algunos más sorprendentes que otros.

¿Dónde está Wally? ha formado parte de la infancia de muchos, empeñados en encontrar a todos los personajes entre la multitud. El libro fue prohibido en muchas librerías de Estados Unidos ya que, en una de las páginas en las que se mostraba una playa, aparecía una mujer haciendo topless. En 1997 fue reeditado, aunque esta vez la bañista lucía la parte de arriba del bikini.

También al otro lado del Atlántico se secuestró el Diario de Ana Frank, una obra autobiográfica de una niña judía que vivió en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial. En algunos estados, en lugar de acabar conmovidos por su historia, decidieron eliminar esta obra de la lista de lectura de las escuelas por considerarlo pornográfico. En las estanterías de las habitaciones de muchos niños seguro que hay hueco para Harry Potter y Alicia en el País de las Maravillas. Dos historias con las que han crecido muchas generaciones. Ambas obras han tenido sus obstáculos. El joven mago, por ejemplo, fue censurado en los Emiratos Árabes Unidos por, supuestamente, incentivar a la brujería. Lo mismo que ocurrió con El Hobbit. La historia de Alicia, el gato de Chesire y la Reina de Corazones todavía no puede leerse en Hunan, provincia de China. El libro fue secuestrado en 1931 al considerar inaceptable que los animales se comporten como los seres humanos. Tiempo atrás, en el siglo XVII, en España y en Portugal no era posible leer algunos pasajes de El Quijote debido a aspectos morales.

Son obras que también han dado el salto a la gran pantalla. Como Las aventuras de Sherlock Holmes. Los relatos que cuentan las andaduras del detective y su amigo Doctor Watson no fueron muy bien recibidos por la Unión Soviética, que tacharon el libro de ocultismo. Las referencias sexuales y las drogas han sido también algunos de los argumentos para esconder obras como El Gran Gatsby, James y el melocotón gigante, Lolita y 1984.

Hay censuras que buscan que los adolescentes no caigan en una depresión, o eso es lo que defienden en Dinamarca, Francia y Bélgica al prohibir la venta de Nada, de Janne Teller, que expone una reflexión de un joven que piensa que nada vale la pena. Clásicos, libros infantiles y novelas actuales que han pasado de la librería al cajón. Y viceversa.