El exceso de velocidad en los principales accesos a la ciudad es una preocupación que suele asumir el partido que ocupa el Gobierno local. Así como el Ejecutivo de Marea ha propuesto que en Alfonso Molina, con su reforma, se reduzca la velocidad al entrar y al salir -ya indicada en el asfalto del tramo urbano del vial-, el Gobierno bipartito de hace diez años promovía establecer un máximo de 80 kilómetros por hora en las conexiones con los municipios del área metropolitana.

Con Barcelona como ejemplo, el entonces edil de Tráfico, Florencio Cardador, abanderó la propuesta municipal con el objetivo de incrementar la seguridad vial y permitir un gran ahorro de combustible.

La iniciativa fue remitida a la Xunta, ya que solo el Gobierno gallego puede aplicar una reducción de velocidad que afecta a tramos que, aunque son utilizados a diario por conductores que entran y salen de la ciudad, están fuera del término municipal. Con el paso de los años las señales de tráfico con reducción de velocidad en accesos como la avenida de Finisterre y la carretera de Baños de Arteixo han promovido la cautela al volante, no siempre efectiva.