La Xunta es la responsable de la construcción de la estación de autobuses en la nueva intermodal, retrasada respecto a otras ciudades porque, según critica el Gobierno gallego, el Concello pidió modificaciones en verano de 2017 sobre el proyecto, cuya redacción se adjudicó en agosto de 2016. El Concello replicó que podrían haberlo hecho "más rápido" si la Xunta hubiese compartido la información desde que se contrató el diseño hasta la reunión a tres bandas de marzo del año siguiente, un mes después de que el alcalde exigiese al presidente autonómico poder ver la documentación. La conselleira de Infraestruturas, Ethel Vázquez, tachó las exigencias municipales de "bandazos" ante un Gobierno local que defendía la necesidad de las modificaciones para corregir y mejorar la integración los diferentes proyectos ¿Cuáles son los cambios solicitó el Concello y por qué?

La falta de encaje entre los proyectos de Adif, que aceptó sugerencias del Ayuntamiento, y de la terminal de buses del Gobierno gallego fue uno de los argumentos municipales, así como el cambio de flujos circulatorios y necesidades por la llegada de las líneas interurbanas al centro. Asimismo, demandó un diseño más abierto e integrado con la arquitectura de César Portela para adaptar San Cristóbal a la llegada de la alta velocidad.

En su informe de verano de 2017, una vez que pudo analizar la propuesta de la Xunta, el Concello vio la necesidad de "coordinar el diseño" de las intervenciones. Entendía incompatibles ciertas soluciones entre las propuestas de las tres administraciones. Adif se mostró de acuerdo con alguna de las apreciaciones. La Xunta, responsable de la terminal planificada en A Sardiñeira, censuró el planteamiento como un "cambio de criterio".

El Concello indicaba, para empezar, que el reparto en cotas escogido por la Xunta generaba problemas. "Condiciona fuertemente una de las tres entradas previstas para el futuro Vialia (centro de oficinas y comercial en una segunda fase)", indicaba el área de Rexeneración Urbana, que también apreciaba que se generaba un paso para el transbordo del bus al tren de siete metros de recorrido con solo dos metros de altura, sin contar instalaciones y falsos techos.

Tanto Adif como Concello, por otro lado, concordaban en que la solución de la Xunta para el tráfico de sus servicios y Correos eran "incompatibles" con su plan, con la disminución de plazas de aparcamiento para ambas actividades. "Además", añadía de Fomento en su respuesta al informe municipal, "la edificación y las rampas de acceso de la estación de autobuses y el aparcamiento subterráneo exceden el ámbito que se le asigna en el documento en el que se establecen las condiciones de conexión para autorizar la ejecución de una estación de buses en la intermodal de San Cristóbal".

Otra cuestión que motivó que el Concello solicitase modificaciones en el proyecto de Infraestruturas fue el acceso al centro del transporte metropolitano, promovido por la misma Consellería, ya que la terminal de A Sardiñeira iba a recibir muchas menos rutas de las previstas y, por lo tanto, necesitaría menos dársenas. Así, según los planes municipales, las paradas de los urbanos se concentrarían en la avenida do Ferrocarril y no en A Sardiñeira, como en el proyecto inicial. En la nueva estación de autocares estarían las líneas comarcales, con las autonómicas, estatales e internacionales.

Con la reducción del número de dársenas debido a la disminución de autobuses y a la reordenación del tráfico urbano, el Concello propuso sustituir el diseño del edificio cerrado, en la línea de las terminales tradicionales, por otro abierto, como una marquesina. Según argumentó entonces el Gobierno local, el plan inicial de la Xunta era un "edificio independiente", con una organización que nada tenía que ver "con la disposición de las restantes partes del complejo intermodal". Solo atendía, decían, a la "funcionalidad" de la circulación pero no propiciaba una "mejora significativa en la calidad de la estancia de la avenida de A Sardiñeira" y "únicamente servía de barrera a las vistas sobre la playa de vías".

El Concello reclamó por ello que el pabellón de servicios de la estación adoptase la misma configuración que la cubierta del ferrocarril, como una "hermana pequeña" de la ferroviaria, una marquesina "de un mínimo de generosidad en su altura" en lugar de un edificio cerrado. "El concurrido espacio de espera, habitualmente sucio, ruidoso y subterráneo, puede y debe alcanzar la categoría de espacio público", decía el Concello. En lugar de buscar una humanización en "franjas ajardinadas y plataforma residuales", entendía que se debía hacer el esfuerzo en las propias dársenas.

Finalmente, para mejorar la integración, pidieron arrimar la terminal a la "grapa", el pasadizo peatonal pensado para comunicar A Sardiñeira y la avenida do Ferrocarril. La estación de buses se situaría en línea con el pabellón del ferrocarril y, además de "resultar ventajoso que su aspecto resulte semejante e identificable con el pabellón de embarque ferroviario", la disposición de los servicios "facilitaría la comunicación vertical y se resolvería la comunicación entre dársenas.