En enero de 2015 se aprobaba de manera definitiva el nuevo Plan Especial de Protección e Reforma Interior (Pepri) de la Ciudad Vieja y Pescadería. Más de tres años después, la valoración de su desarrollo no es positiva, a juzgar por las opiniones de arquitectos o promotores. Ambos colectivos no visualizan grandes cambios en la zona más antigua de la ciudad aunque hay diversidad de visiones sobre por qué no ha arrancado de manera generalizada la renovación de los edificios más valiosos. Los trámites administrativos, las subvenciones económicas o la falta de concienciación son algunas de las razones que esgrimen. Pese a que ninguno de los profesionales ve una regeneración completa en marcha, sí que reconocen la aparición de obras puntuales que pueden llevar a pensar de manera optimista en el futuro desarrollo del plan especial.

Los arquitectos, tanto desde la delegación coruñesa del Colegio Profesional de Arquitectos de Galicia (COAG) como desde la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (Etsac) de la Universidad, avisan de que tres años es poco tiempo para observar procesos urbanos de este tipo. "Hay reparaciones, se ven redes en las fachadas, pero la percepción general es que el grado de abandono es muy alto", explica la subdirectora del centro universitario, Amparo Casares. El presidente del colegio en A Coruña, Roberto Costas, sí que observa obras que, aunque aisladas, considera que son "muy cuidadosas y costosas" por lo que entiende que hay "interés" por recuperar el patrimonio arquitectónico. Sin embargo, admite que no ha habido en este tiempo un "cambio sustancial" en la ciudad. El arquitecto Felipe Peña, autor de la reforma de la plaza de España, entre otras actuaciones de mejora de la zona antigua, también es optimista con la recuperación de edificios y cita, como ejemplo, la renovación de varios edificios en San Andrés. "El promotor se ha dado cuenta de que es rentable", defiende.

Los tres profesionales defienden que hacen falta más subvenciones públicas para animar la rehabilitación y evitar que los vecinos se muden a otras zonas de la ciudad y dejen el casco histórico vacío. Peña recuerda que son los propietarios que viven en un piso de este tipo los que necesitan mayor apoyo económico. "Son pequeñas promociones de un solo individuo que rehabilita su casa con esfuerzo", apunta el experto, que pide frenar que los edificios se conviertan en oficinas o residencia de lujo. Desde el COAG, Costas también advierte de que, ante la falta de ayudas, se pueden producir fenómenos de "expulsión" de residentes, lo que supone, dice, "una pérdida de riqueza cultural". Por su parte, Casares considera que sí existe una línea de subvenciones suficiente para poder renovar pisos pero que los ciudadanos carecen de información suficiente por lo que pide más concienciación por parte de las administraciones implicadas. Mantiene la esperanza de que la tramitación administrativa, que reconoce "un poco más larga", no desanime a los propietarios para recuperar edificios o viviendas.

En cambio, tanto el presidente de la delegación coruñesa de los arquitectos como el presidente de la Asociación Provincial de Promotores Inmobiliarios de A Coruña (Aproinco), Juan José Yáñez, sí que apuntan que la burocracia evita que más dueños decidan comenzar el proceso, que implica una tramitación más exigente que las obras en edificios ubicados en otros barrios. El primero de ellos afirma que sus colegas han notado en los últimos años una "ralentización" tanto en el Ayuntamiento como en la Xunta, las dos administraciones implicadas en este tipo de permisos. "A las personas que quieren rehabilitar les importa que sea ágil, que los informes se realicen rápido", explica Costas, que añade: "Esta variable es importante para quien quiere cuidar el patrimonio".

El representante de los promotores considera que el propio documento urbanístico aprobado en 2015 no es "ni lo ágil ni facilitador que debería ser para permitir que la empresa privada pueda rehabilitar". Por esta razón, recuerda, presentaron alegaciones al plan antes de su aprobación. Yáñez coincide con los arquitectos en que se han impulsado renovaciones "puntuales" pero no cree que se haya registrado una verdadera regeneración urbana en la zona. Y culpa al Concello de no "aclarar dudas", que, dice, suelen asaltar a propietarios y promotores a la hora de conservar elementos o realizar trabajos en los edificios. Las actuaciones que se han impulsado en estos años, reconoce, sí que tienen un gran valor económico: "Es mucho más caro rehabilitar que construir pero las zonas son más céntricas y son más demandadas a priori; son privilegiadas y valiosas".

La iniciativa privada reclama que no solo se confíe en edificios o pisos para renovar Ciudad Vieja y Pescadería sino que se permita hacer actuaciones "a gran escala", como agrupación de parcelas, para hacer promociones de viviendas, o urbanización de calles o plazas. Confían en que la nueva ley gallega de rehabilitación, aún en tramitación, pueda permitirles operaciones más ambiciosas en la ciudad.

Con respecto a los propios requisitos del Pepri, los arquitectos sí que creen que la norma municipal es adecuada. Felipe Peña cree que conseguirá "parar la destrucción" de hace años y que aumentará la concienciación ciudadana sobre la conservación del patrimonio. Roberto Costas también considera que es un documento "válido y bueno" que, con un poco más de tiempo, "dará sus frutos".