Eduardo Mendoza regresa al siglo XX con El rey recibe, su nueva novela, que presentaba ayer en el marco de los Encuentros con escritores del Centro de Formación y Recursos de A Coruña en la UNED. El escritor, que suma casi una treintena de piezas entre narrativa, teatro y ensayo, desgrana en su último texto los principales acontecimientos sociales de la época desde la España franquista hasta el Nueva York del momento, de la mano de un periodista que, en la Barcelona de 1968, recibe el encargo de cubrir la boda entre un príncipe exiliado y una joven adinerada.

Un reportaje sobre el festejo, escrito con el estilo propio de la época, marca el inicio en la novela de la aventura del redactor, que continuará a lo largo de una trilogía mostrando los movimientos que se gestaron en la segunda mitad del siglo pasado. Mendoza, en cuya vida coinciden varias de las mismas paradas, toma de nuevo como referencia su juventud para retratar el ambiente de los 70, en una obra sobre la que, sin embargo, negaba ayer los tintes autobiográficos. "En este caso puede confundirse, pero el personaje no soy yo. Es como si un amigo contara una historia que es la misma que la mía, aunque su protagonista es más desgraciado, yo me divertí más", comentó con humor el escritor, que tira de surrealismo para dejar claro en el texto el tono ficticio de la novela.

En El rey recibe, Eduardo Mendoza intercala citas populares o poéticas en la narración, con el fin de que el lector "pierda el sentido de la realidad" y valore que se trata de "un hecho contado en un papel". El escritor señaló también el "disparate" del príncipe como una "válvula de escape" para aliviar el peso de la historia, marcada por unas circunstancias históricas que Mendoza recorre en varias de sus obras. "Cuando uno ha escrito varias novelas, al final siempre cuenta la misma historia, que es la de uno mismo, pero con distintas encarnaciones", apuntó al respecto el autor, que ha dejado también patente en esta pieza su gusto por los personajes marginales.

Rufo Batalla es "un personaje que no sabe qué hacer para integrarse, y que cuando lo consigue ya se va, porque no le interesa". El catalán justificó su predilección por este tipo de perfiles por la "visión" que le permite, dado que, indicó, "la marginación es una forma de marcar distancia con la vida". "Responde a mi manera de estar en el mundo, que es la de la mayoría de la gente. Hay unos pocos- que a mí me han parecido siempre muy tontos- que están convencidos de que están donde tienen estar haciendo lo que tienen hacer. Los demás, pensamos que en cualquier momento nos van a desenmascarar y a decir: 'Eres un farsante, no tienes idea de nada", comentó en la rueda de presentación para los medios que tuvo lugar por la mañana.

En el mismo acto, el autor reivindicó la figura de la novela por encima de la de las memorias a la hora de hacer un análisis del pasado, como el que lleva a cabo en El rey recibe. "Yo creo que es interesante reconstruir la historia, más que recordarla", dijo el escritor, que asegura que "cosas que parecían no tener importancia" acabaron siendo cruciales "vistas en perspectiva".

Eduardo Mendoza confesó que "siempre" pensó "que los 50 fueron una época perdida, porque no había pasado nada", cuando "luego se ha visto como una de las más febriles". El auge del rock and roll en aquella década, con sus "nuevas aspiraciones y formas de vivir", es un ejemplo de esos movimientos que forman hoy el presente, y que tuvieron su continuación en los años posteriores con luchas como el de la libertad de la mujer.

En El rey recibe, el catalán captura aquella reivindicación feminista, con la que se encontró en su tiempo en Nueva York en los años 70. Recordó cómo el movimiento adquirió "nuevas características" en Estados Unidos, siendo abanderado por personajes televisivos "muy conocidos y carismáticos", y lo confrontó con el resurgir feminista que tuvo lugar en España, tras los años de silencio de la dictadura. "Recuerdo que muchas mujeres de mi edad no pudieron ir a la universidad, porque sus padres decían que una señorita decente no debía hacerlo", dijo Mendoza sobre su tiempo de estudiante, afirmando que desde entonces "el cambio ha sido muy grande".

El papel de los medios de comunicación como creadores de opinión pública, y el movimiento catalanista- cuya versión actual analizaba el año pasado en el ensayo ¿Qué está pasando en Cataluña?- son otros de los temas que discurren por su novela, que contará con dos entregas más protagonizadas por el mismo personaje. En ellas, aseguró Eduardo Mendoza, continuará su repaso histórico hasta el año 2000, aunque, advirtió, se reserva "el derecho a cambiarlo todo". "He tirado libros muy avanzados, y he terminado libros que he decidido volver a escribir. Es lo bueno de la literatura, solo compromete a uno mismo", alegó.