La fábrica de armas apenas tiene hoy actividad, y la que hay no está vinculada a la producción armamentística. Los trabajadores no llegan al medio centenar. Y el Ministerio de Defensa anunció hace cuatro meses que iniciaría la reversión de la planta coruñesa por el impago del canon. Tiene además la intención de sacar a concurso una nueva concesión para mantener la actividad en las instalaciones que no ha sabido explotar la empresa Hércules de Armamento desde el concurso público que en 2014 sucedió a la renuncia de General Dynamics a continuar con su gestión. Triste contraste el de la situación actual con la de hace diez años.

Una década atrás, el plan de transformación de la empresa norteamericana prometía un panorama totalmente optimista para la fábrica de Pedralonga. La previsión del incremento de su actividad rozaba el 140% y auguraba duplicar el número de horas de trabajo anuales, hasta las 188.000, y contratar cinco empleados más, hasta rozar los 140. Las inversiones previstas por la multinacional para los cuatro años siguientes alcanzaban los 3 millones de euros. Aquellas perspectivas en nada se parecen a la realidad de hoy.