Con seis generaciones de artistas a sus espaldas, Martín O'Connor no podría haber hecho otra cosa más que subirse a un escenario. "Para mí es un hábitat natural, me crié encima de él", explica el miembro de Les Luthiers, que se unía al conocido grupo de humoristas hace 3 años en sustitución de Daniel Rabinovich. Aunque asegura que el cómico es "inimitable", O'Connor ha conseguido clavar las mismas risas que provocaba su antecesor, y que trata de reproducir ahora con Viejos hazmerreíres. El espectáculo, en el que la formación recoge piezas de sus más de medio siglo de vida, llegará del 27 de noviembre al 1 de diciembre al Palacio de la Ópera, que acogerá sus funciones a las 20.30 h.

-¿Cómo se conserva el humor de Les Luthiers?

-Una de nuestras características ha sido mantener el mismo estilo de humor, y creo que es uno de los secretos por los que Les Luthiers ha perdurado tanto. Para nosotros, recopilar obras antiguas es simplemente una cuestión de gustos y de saber si causan todavía el mismo efecto. Así vamos armando la antología, que es Viejos hazmerreíres.

-¿Han tenido que adaptar mucho las piezas a los cambios de la sociedad?

-Para nada. Eso es parte de la maravilla y de lo bueno de Les Luthiers. No tenemos que cambiar nada, hacemos obras que tienen 35 años de antigüedad y causan la misma risa que cuando se estrenaron. Y eso es fantástico. Somos fieles a nuestro estilo, no caemos en la tentación de lo actual, del facilismo, de hacer el chiste de la actualidad?

-"La política se adapta a Les Luthiers, en vez de Les Luthiers a la política", decía sobre eso en alguna ocasión.

-Si lo analizas, es preocupante. Nosotros parodiamos a la política y la política va siguiendo ese camino. Muchas veces nos ha pasado hacer chistes políticos en un país donde está pasando eso, y es una carcajada terrible. Cuando hicimos Chist! en España, que fue el espectáculo anterior, y teníamos la comisión de los políticos que querían cambiar el himno, muchos nos preguntaban si lo habíamos hecho adrede. Y, en realidad, lo escribimos en el 96 y no se cambió nada, ni una coma [ríe].

-Lo que sí ha cambiado es quién interpreta los números. ¿Sigue teniendo que luchar en escena con el fantasma de Daniel Rabinovich?

-Yo creo que ya luchar es imposible. Está el que se negó y dijo: "No lo veo más". Y está en su derecho. Pero también tenemos que tener en cuenta que hay un gran porcentaje de público nuevo, que si le dices quién era Rabinovich no lo recuerda, o que tiene a Les Luthiers como una marca registrada, más allá de los individuos que la componga. Obviamente están los radicales, los ultraortodoxos de Les Luthiers que no lo aceptan, pero la mayoría lo ha recibido con cariño y agradeciendo la continuidad del grupo.

-¿Cómo la afrontó usted?

-Como responsabilidad es una responsabilidad enorme, porque Daniel [Rabinovich] fue una de las caras más visibles. Pero en lo laboral, para mí resultó bastante cómodo y fácil porque mis compañeros me lo facilitaron mucho. Los miembros históricos nos han cedido el lugar con muchísima grandeza y humildad. Y también ayuda el haber recibido la bendición de Daniel. Cuando estaba en sus últimos días, nos dijo que estaba orgulloso de que ocupáramos su lugar. Para nosotros fue como la bendición del Papa. Obviamente ni yo ni Tato [Horacio Turano] buscamos imitarlo, pero logramos que la gente se ría en el mismo lugar donde se reía.

-Tampoco todo es nostalgia. En este espectáculo han incluido una nueva obra, Receta Postrera , en la que se meten de lleno en la cocina, ¿se puede hacer comedia de cualquier cosa?

-Casi. Te diría que hay cosas de las que no se puede hacer humor, pero nosotros parodiamos personajes de la vida cotidiana, no nos metemos en cosas demasiado escabrosas. Hay gente que cruza límites con el humor que nosotros nunca hemos cruzado, como la enfermedad, la religión o el racismo...

-¿Han cambiado las cosas?

-El mundo ha cambiado mucho. Hay pautas que antes eran naturales y que hoy se convierten en peligrosas. Algunas cosas que pueden ser políticamente incorrectas y que uno prefiere obviar. Si en algún momento un chiste era gracioso y hoy no lo es, preferimos quitarlo.

-Señalaba hace un tiempo la decadencia en el mundo de la música, ¿está ocurriendo lo mismo en el humor?

-Yo considero que sí. El humor ha cambiado mucho, se ha vuelto más lascivo y agresivo, y juega mucho más con la grosería. Pero es respetable, que nosotros no coincidamos con ese estilo de humor es otra cosa. El humor tiene un abanico muy grande de posibilidades, y cada uno elige lo que quiere hacer.

-El que usted hacen ha bajado el promedio de edad con su incorporación y la de Turano...

-¡El que ha bajado el promedio es Tomás [Mayer-Wolf], que tiene 35 años! [risas]

-Pero, ¿la renovación es el futuro de Les Luthiers?

-Sinceramente no lo sabemos, pero apostamos por la continuidad del grupo. Obviamente en algún momento alguno va a decir : "Yo llego hasta acá", pero esta apertura que se ha hecho con el ingreso mío, de Tato y de Tomás? Vendrán otros al banquillo, y así iremos haciendo la renovación. Creo que es a lo que apuntamos, aunque no lo puedo afirmar. La vida dirá lo que sucede con Les Luthiers.