En estos momentos en los sectores de nuestra ciudad más interesados por el devenir urbanístico que se avecina, se espera con curiosidad la resolución de algunos temas pendientes y cómo se van a tratar los desarrollos más relevantes del urbanismo que pueden condicionar el futuro. Y se está pensando en la necesidad de efectuar algunas modificaciones puntuales en el plan general de redactado por Busquets, con el fin de adaptarlo a las nuevas necesidades surgidas, especialmente las surgidas a raíz del cambio de criterio operado, con las modificaciones que ello trae consigo, como consecuencia de la nueva composición del órgano político municipal. No seré yo quién cuestione este proceder, pues debe considerarse algo bastante usual cuando se producen estas circunstancias. Los nuevos gobernantes quieren dejar su impronta en la ciudad y el instrumento más idóneo parece ser este.

Pero el tema urbanístico en el frente litoral que ahora mismo está acaparando la atención preferente de nuestros políticos es el de encontrar una alternativa viable que pueda ser asumida por una mayoría social y política suficientemente representativa para poder llevarla a cabo. Se han dado pasos importantes tendentes a alcanzar ese objetivo que parecen razonables y, diría yo, suficientemente razonables, como el debate llevado a cabo la pasada primavera, con la participación de diferentes colectivos y expertos que aportaron distintas maneras de enfocar el problema, abriendo nuevos frentes de acción. Uno de los principales frutos de ese primer episodio ha sido la convocatoria del ambicioso concurso internacional, ahora en proceso, entre profesionales del urbanismo que se ha dotado con importantes premios. Para seleccionar las mejores propuestas se acaba de constituir el jurado formado por representantes de diferentes instituciones, colegios profesionales, Autoridad Portuaria, Xunta de Galicia y miembros de los partidos políticos del Concello, así como de una comisión de asesores que debe velar por la limpieza e idoneidad del resultado. Todo parece que apunta hacia un final, sino totalmente feliz, al menos que sirva para justificar la política urbanística llevada a cabo en este final de legislatura. Lo único que sabemos, y que aplaudimos, es el importante número de participantes, pero todavía no es posible adelantar nada sobre los resultados de las propuestas presentadas y solo queda esperar a que, en su conjunto, alcancen el nivel esperado. Habrá tiempo para analizarlas detenidamente y ver qué destino le espera a los terrenos desafectados del puerto y a las edificaciones industriales, silos y lonjas pesqueras incluidos, existentes en ese ámbito. Sin duda que también será interesante conocer qué alternativas se ofrecen para la inmensa porción de suelo localizado entre el muelle de Calvo Sotelo y la nueva dársena pesquera de Oza, así como para el gran número de edificaciones ocupadas por talleres y almacenes existentes en régimen de concesión.

Pero, me adelanto a lo que vaya a pasar, y me pregunto cómo se podrán implementar o, al menos, aprovechar el contenido de los trabajos premiados para llevarlos a cabo en un futuro más o menos cercano. Y la respuesta que me viene a la cabeza no es otra que la que todo el mundo sabe: se requerirá una modificación más o menos importante del plan general lo que, suponiendo que haya suficiente apoyo político en el conjunto de la corporación municipal, no será tan rápida ni tan sencilla su aprobación, porque afecta a un importante y variado ámbito de la población con problemas y circunstancias muy diferentes.

Y si hablamos de modificar el plan general, habrá que tener en cuenta otros importantes aspectos que están esperando la llegada de nuevas definiciones. ¿Cómo y para qué se podrá aprovechar la cúpula de la Medusa y terrenos anejos una vez se traslade la descarga del carbón al muelle del Centenario? ¿Alguien sabe o ha pensado qué hacer con la estación de San Diego? ¿Hacia dónde dirigir el crecimiento y ampliación del Chuac y del resto de los servicios sanitarios de su entorno inmediato? ¿Qué futuro hay previsto para el importante recinto de la fábrica de armas? ¿Hay alguna alternativa prevista para eliminar el cuello de botella en que se ha convertido la plaza de Orense tras la apertura del túnel de O Parrote? ¿Está bien resuelta la movilidad urbana de vehículos privados y colectivos en nuestra ciudad?

Sabemos que el momento no es el más propicio para hacer previsiones a largo plazo, ni siquiera de pensar en ampliaciones de la población ni de pensar en nuevas áreas urbanas y de nuevas viviendas, cuando hay todavía que asumir las procedentes de la burbuja inmobiliaria pero, como suele decirse, la vida sigue y, en un futuro más o menos cercano, seguirá habiendo que ubicar y programar nuevas actividades y resolverlas satisfactoriamente. He citado estos ejemplos pero hay muchos más todavía esperando que se adopten soluciones, soluciones valientes y comprometidas que resuelvan claramente las deficiencias planteadas. Deficiencias de accesibilidad y de movilidad pero también de desarrollo y actualización de la normativa del plan general que está dando lugar a una gran dispersión de criterios en la asignación de alturas de las nuevas edificaciones, en la fijación de criterios técnicos subjetivos y, por ello, menos científicos y democráticos. Una ciudad como la nuestra tiene que promover actividades continuamente, preveer nuevos desarrollos urbanos y captar parte de los crecimientos que se esperan en próximos años.

Desde el primer momento he apreciado y defendido el plan Busquets por considerarlo un documento bien elaborado que incorpora criterios de modernidad y cuya aplicación está resultando poco operativa o, al menos, poco transparente y, consecuentemente, con escasas posibilidades de llevarlo a buen término. Pienso si no será necesario también centrar el debate sobre esta y otras cuestiones que están hipotecando nuestro futuro y el de la zona centro en particular.

Volviendo al principio y recapitulando. Hay esperanzas en lograr encaminar el futuro del frente litoral hacia posiciones asumibles, pues se están siguiendo criterios más realistas que así lo indican. Y parece que también está llegando la hora de plantearse otras cuestiones urbanísticas de gran calado que hasta el momento están siendo eclipsadas por los temas del puerto, y que no podemos dejar en el olvido.