Ochenta y dos pares de zapatos rojos, un chupete, un babero y unas manoplas por cada víctima de violencia de género desde el 25 de noviembre de 2017. Este impactante camino, que prácticamente daba la vuelta a la plaza de Miño, supone un lacerante recordatorio que va más allá de los listados oficiales e incluye a todas las mujeres y niños que fueron víctimas de crímenes machistas en el último año, según los datos que manejan la asociación Miño contra o Machismo.

Este colectivo, que surgió tras una iniciativa similar que puso en marcha el pasado año una víctima de violencia de género, celebró ayer una concentración de protesta en la plaza del Parchís que buscaba remover conciencias. Y lo consiguió. El camino de zapatos rojos, cada uno con el nombre de la mujer o el menor fallecido, la edad, procedencia y un pequeño recordatorio de su historia enmudeció a los presentes. "Cuando los ves todos juntos es cuando te das cuenta de la dimensión que tiene", explicaba ayer Arantxa, portavoz de Miño contra o machismo.

Esta mujer, que se define a sí misma como una "superviviente", fue la promotora de un movimiento que crece día a día. Todo empezó con un crespón violeta que colocó hace unos años en la escultura de la estatua de la plaza del Parchís en recuerdo de una víctima. A ese lazo le siguieron otros hasta prácticamente cubrir la escultura a la que este pequeño gesto ha logrado dotar de sentido. "Es una mujer que rompe cadenas", resume Arantxa.

La estatua fue ayer el punto de encuentro de los integrantes de la plataforma, vecinos y políticos de diferentes siglas, todos unidos contra la violencia de género. Los participantes en la protesta recorrieron el camino de zapatos rojos en recuerdo de todas las víctimas y leyeron un manifiesto para reclamar medidas y la unión de todas las fuerzas para acabar con esta lacra.