Si se cumplen los plazos establecidos por el Concello, antes de que acabe el año punta Herminia volverá a contar con la escultura que ha caracterizado a este emblemático lugar del litoral coruñés durante las dos últimas décadas. Y es que el taller de Cimbra Contracts tiene muy avanzado ya el proceso de fabricación de la réplica de la Caracola que Moncho Amigo instaló en ese saliente costero para integrarse en el parque escultórico de la Torre, creado a raíz de la construcción del paseo marítimo.

La pieza fue dañada gravemente por un temporal con fuerte oleaje el pasado mes de enero que terminó de dañar la base con la que se sostenía sobre el suelo. Ese elemento era un pie de hormigón al que afectaron durante años tanto los embates del mar como el salitre, de forma que corría un serio riesgo de romperse, por lo que se optó por desmontarla. La solución adoptada ahora es la instalación de una sujeción metálica por indicación del escultor, a lo que se sumará una mejora de la calidad del material empleado en la obra.

El coste de la nueva Caracola es de 36.938 euros y, de acuerdo con el contrato firmado con la empresa, será idéntica a la que se hallaba en punta Herminia, cuya reparación se descartó porque tendría un mayor coste que la fabricación de una nueva. Moncho Amigo ha supervisado el proceso de elaboración de la nueva pieza, en el que también se utiliza acero corten pero con refuerzos en las zonas más expuestas al mar, las más bajas, para evitar los desperfectos que el oleaje causó en la obra original.

La necesidad de retirar la Caracola hizo que el alcalde asegurase en aquel momento que volvería a ubicarse en punta Herminia, mientras que su autor manifestó entonces que la solución más adecuada sería la sustitución de la escultura por una nueva, tarea que estaría facilitada por la conservación de las plantillas originales de las piezas.

"Se trataría de hacer un modelo idéntico de caracola que conserve sus virtudes y sus defectos, con un acero corten más duradero", declaró en aquellos días Amigo, mientras los restos de su obra permanecían en los talleres municipales.

"El acero corten era lo más moderno que había, era una novedad, porque crea una capa y se le cae, pero punta Herminia es un sitio muy complicado, con mucha sal y viento... Aún así, aguantó casi treinta años", señalaba el escultor, para quien el auténtico problema que había sufrido la escultura "es que no ha tenido mantenimiento en todos estos años" y que de haberlo tenido seguiría en pie porque está orientada "a favor de los vientos y de las olas predominantes".