La primera página del expediente tiene, en su margen izquierdo, unas letras sin aparente sentido. Las ha hecho el juez a las ocho y media de la mañana y los funcionarios del juzgado han tramitado conforme a ese código interno la celebración de un juicio rápido sobre la una. Es un posible delito de lesiones y habrá declaración de víctima y acusado con informe forense.

Sobre mediodía, ella, muy joven, ya ha llegado al juzgado y habla durante pocos minutos con su abogado, asignado allí de oficio. Pasa con él al juicio, que se celebra en el despacho del magistrado, donde ya están la fiscal, Rosa Serrano, y la letrada del hombre. En pocos minutos sale de la oficina y se va. Llega el acusado, también muy joven, esposado y escoltado por dos policías. Declara y se lo llevan rápido. Se quedan los cuatro en el despacho del juez. "No tenemos más diligencias que practicar. O blanco o negro, hay que tomar una decisión", explica Filgueiras. Podría haber testigos o daños materiales. En este caso, solo hay sus versiones, el informe del forense y el atestado policial. La historia que narra ha sido levemente modificada por ambos.

El 091 relata en su informe, realizado hace dos días escasos, que recibieron una llamada de una mujer que dice que su hija ha sido agredida por su pareja. La patrulla se dirige hasta allí y comprueba que la víctima tiene daños en la cara y que hay una puerta de cristal rota en el domicilio. Según el relato en el lugar de los hechos, ella se habría metido en una habitación tras una discusión entre ambos por causa del hijo de ambos y él habría dado un codazo a la puerta, rompiéndola y causándole daños a la mujer. Su madre cuenta que ha visto más marcas en su hija por lo que sospecha maltrato. Los agentes proceden al arresto del hombre, que pasa dos noches en el calabozo hasta que se celebra el juicio rápido.

Una vez en el juzgado, las historias son algo distintas. Era él el que estaba dentro de la estancia y supuestamente fue un puñetazo lo que causó la rotura. Pero él, advierte el juez, no tiene lesiones en las manos y sí en la cara, como ella. Ambos niegan intencionalidad de agresión en lo sucedido.

Sin los protagonistas ya en la oficina y mientras una funcionaria transcribe en el ordenador, al lado del magistrado, la fiscal pide el sobreseimiento del procedimiento porque entiende que la discusión fue solo "verbal" y los daños por el incidente han sido mutuos. El abogado de la defensa solicita continuar el procedimiento y medidas cautelares: orden de alejamiento y de comunicación de la víctima y, en cuanto al menor, medidas civiles: custodia para la madre, manutención mensual y régimen de visitas todos los días. La letrada del acusado reclama también descartar el caso por no ver infracción penal.

Acaba el juicio rápido. Los abogados abandonan la estancia, la fiscal se dirige a su despacho, al lado de la oficina del juez, y el magistrado explica que enviará su resolución escrita a todas las partes. Y adelanta que archivará el procedimiento y, por tanto, no dictará ningún tipo de medidas. A partir de ahí, prevé que la defensa presente recurso y que él lo rechace y que sea la Audiencia la que finalmente decida si existe o no delito en lo ocurrido una noche cualquiera en un domicilio de la ciudad. "Este tipo de juicio es el de tipo más simple y hemos tardado muy poco", detalla Filgueira.

Hoy solo ha celebrado un juicio rápido, pero la agenda de días pasados del juez marca hasta cuatro en un día. Otras jornadas hay dos o uno o ninguno. Y no todos acaban así. Muchos pasan a diligencias previas, es decir, a un procedimiento más largo, en el que se aportan más pruebas, se piden informes, se toman más declaraciones para acabar celebrándose otro juicio. Este no rápido, sino en Penal 6 o a la Audiencia Provincial.