Reconoce que es uno de los pocos jueces de Violencia de género que mantiene la plaza desde su creación pero no tiene planes de cambio. "Te desesperas muchas mañanas, pero a veces también te llevas algo agradable", confiesa. Tras más de una década de labor, y aunque admite no poder plantear las posibles soluciones, habla de la problemática en toda su extensión.

- Se habla de cambios legales para proteger más a las mujeres.

-La violencia de género es un problema real y serio. Justifica unos delitos y una jurisdicción específica, pero el derecho procesal, desde mi punto de vista, tiene que ser el mismo para todos.

- ¿No se va por el camino correcto en este asunto?

-Los que toman las decisiones deberían pasar una semana aquí y seguro que su perspectiva cambiaría. Si no existiera injusticia social, los juzgados de violencia los cerrábamos casi del todo. Estamos abordando aquí situaciones miserables, casi de marginalidad. ¿Cómo no va a surgir la violencia? La mujer es un colectivo especialmente desprotegido, discriminado, y la recibe también o más. Es una mezcla de problemáticas.

- ¿Es un problema que requiere de otras medidas?

-Los juzgados debíamos tener una labor puramente residual, casi que no se hablara de nosotros. La violencia de género se va a curar con otros recursos, pero al final se relaciona con el juzgado. ¿Por qué no hablamos de por qué una mujer que ha estado aquí, víctima de maltrato, sale de esa relación y entra en otra en que su pareja también la agrede y sale de esa segunda y encuentra un tercero que también? ¿Acaso esa mujer no necesita algo? Si las administraciones públicas la hemos visto, ¿cómo podemos permitir socialmente que lo sea con una segunda o una tercera o cuarta relación? Eso el juzgado no lo va a solucionar nunca. Nunca.

- Pero el juzgado tiene una parte de función en el conjunto.

-Lo ideal es que no existiéramos y cuando no existamos es porque habremos logrado arreglar un problema serio. El juzgado tiene una función represiva. Punto. Y siendo una función represiva tiene que ser una función residual. No podemos educar a la sociedad a golpe de derecho penal. Eso es algo inconcebible. El problema lo tienen que solucionar otros, y con imaginación. Hay que incidir en otros ámbitos. Desde 2004 no estamos mejor, solo desde el punto de vista de que se habla más, pero, mejor en que hayamos avanzado hacia la solución, pues seguramente no.

- Usted da charlas a jóvenes, ¿hay que trabajar la prevención ?

-Lo lamentable es que les explicas lo que ves aquí y ellos se ven reflejados porque forma parte de su cotidianidad. Es desesperante. Saben que no debería ser, pero lo hacen con normalidad. Un caso: una chica de 17 años con un novio de 19 en una situación económica y cultural muy ventajosa con respecto a lo que vemos aquí. Si ella no estaba con él y estaba con una amiga, tenía que mandarle fotos hasta de la ropa interior para ver cómo vestía. Me parece desquiciante. ¿Cómo podemos vivir eso con naturalidad? Está pasando sistemáticamente.

- ¿ Necesitan los juzgados más recursos?

-La violencia de género nos la creemos o no nos la creemos. Y tiene que ser con todas las consecuencias. Tenemos que mimar los recursos y el juzgado de violencia es uno más. No el más importante. Llevo tiempo diciendo que para acabar con muchos procedimientos hay que reforzar los juzgados ordinarios de Familia. La injusticia genera violencia. Si nos estamos divorciando es que estamos mal, que hay tensión. Si pides unas medidas y tardan cuatro meses, tenemos ese tiempo de conflicto. Y a veces, llegan aquí hombres sin antecedentes de violencia. Si no hubiera el retraso que tienen, un porcentaje de los de Violencia desaparecían. Tienen que mimar los recursos.

- En cuanto a los tópicos, ¿es la ley de 2004 discriminatoria?

-Es mentira, radicalmente mentira, que sea una ley feminazi. Si una mujer pega una bofetada a su marido es también un delito. Hay una pequeña diferencia en la pena mínima pero la consideración legal es prácticamente la misma. Hay muy pocas diferencias si lo hace el hombre o la mujer. El discurso de que es discriminatoria para el hombre es radicalmente falso. La originalidad es crear los juzgados, pero el resto es absolutamente igual.

- ¿Hay denuncias falsas?

-Claro que hay alguna. También hay gente que intenta estafar al seguro simulando siniestros y por eso no pensamos en cargarnos el contrato del seguro. Las hay y reaccionamos contra ellas porque somos los primeros interesados en dejar las cosas en su sitio, por la honestidad del sistema. No hay un número que justifique cuestionar todo el sistema.

- ¿Alguna vez ve cómo alguna acción del juzgado mejora la situación de una mujer?

-Es cierto que, a veces, con muy poco le cambiamos mucho la vida a muchas mujeres, pero es que están con los pies en el barro. Hay mujeres que respiran, pero porque estaban antes ahogadas. Falta mucho por hacer, claro que sí. Y recursos. El salario de la libertad era un año en una situación de maltrato habitual y muchas veces no solucionó nada. Es la administración de recursos escasos. Cada paso es mucho, pero hay que ser conscientes de que queda mucho. Hay mucha miseria y necesidad, en general.