Entre la torre circular y la cuadrada del castillo de Santa Cruz existe en el suelo una rejilla de hierro que al abrirla deja ver unas escaleras. Tras oír los arrullos, saldrán volando, asustadas, las palomas que viven en este subterráneo, cuya salida se ubica en unos agujeros situados en el lateral de una de las murallas de este antiguo fortín. Se trata de uno de los pocos palomares soterrados que se conocen en Galicia, y funciona desde el siglo XIX, desde la época en la que residió aquí la escritora Emilia Pardo Bazán.

Palomar, capilla y ciprés, pazo es, dice el refrán. Y en el castillo de Santa Cruz existen los tres elementos que lo certifican, pero el palomar es el más desconocido por estar situado en un lateral oculto por varios árboles, en la parte exterior del recinto, por lo que pasa totalmente desapercibido.

"Es un pombal histórico, del siglo XIX, que sigue en uso. Se aprovechó el talud para construirlo. La trampilla que está arriba, en el suelo, se abría para coger los pichones que después se cocinaban, y los huevos. En los años noventa, cuando el Concello de Oleiros compró el castillo y fue restaurado para ser el Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental de Galicia, también fue recuperado el palomar gracias al Círculo Columbófilo Herculino, por lo que durante muchos años hubo aquí palomas mensajeras", explica Sergio París, el educador ambiental de este centro ambiental de referencia, el Ceida.

Estos aficionados a la colombofilia restauraron este palomar y en él hubo palomas mensajeras que utilizaban para competiciones (pueden volar distancias superiores a mil kilómetros a una velocidad que puede llegar incluso a los cien kilómetros por hora). Las palomas, por su inteligencia y habilidad para volver al lugar donde fueron criadas tras recorrer estas grandes distancias, fueron usadas durante muchos años como correo.

Del palomar de Santa Cruz en Oleiros sin embargo, desaparecieron estas mensajeras cuando hace más de una década se produjo la suelta de miles de visones de una granja en Carral. Algunos ejemplares, según explica Sergio París, llegaron al castillo.

"Tenemos incluso fotografías de esos visones en el castillo, mataron a todas las palomas. También llegaron al Monumento Natural de Costa de Dexo-Serantes, pero eran cuatro o cinco ejemplares y al morir desaparecieron, no criaron, afortunadamente", indica París.

Sin embargo, después de un tiempo, de nuevo estas aves volvieron a dar vida al palomar de Emilia Pardo Bazán al llegar un grupo de ellas asilvestradas. "Ahora mismo son una quincena las palomas que viven aquí y andan por Santa Cruz", añade este educador ambiental.

La isla de Santa Cruz fue adquirida en el XIX por el marido de Pardo Bazán (tras dejar de ser fortín) y construyó un pequeño pazo para pasar allí los veranos. De esa época queda el artesonado del interior.