Popularmente se conocen como esqueletos y es que parecen los huesos de un humano traducidos a lenguaje constructivo. Hormigón en forma de pisos y nada más. La crisis económica e inmobiliaria que azotó España se simbolizó en este tipo de edificios que comenzaron a levantarse con el ansia de una jugosa venta y acabaron abandonados. La ronda de Nelle, la plaza Padre José Rubinos o la avenida de Hércules ofrecen esta visión, de la que los investigadores juntaron hasta 54 ejemplos. “Son estructuras inconclusas”, explica Lizancos, que también pone como ejemplo algunos lugares en los que quedaron incluso las grúas listas para el trabajo. Básicamente, dice el arquitecto, “falta ladrillo” para poder rematar el proceso de construcción de las viviendas y poder habitarlas. Y al quedar a medio hacer, el propietario puede retomar la obra en cualquier momento. Como muchos otros casos de inmuebles ya construidos, las entidades financieras suelen ser los propietarios de estos esqueletos, al quebrar las constructoras con el inicio de la recesión. Las estructuras, que se asemejan más a un aparcamiento en altura que a unas posibles viviendas, esperan una nueva vida para que se acabe lo que se comenzó.