Esta categoría, la de Edificio nunca usado, es complicada de detectar. Así lo explica Lizancos, que cree que, además de los 66 rastreados, puede que haya muchos más. Y es que son aquellos inmuebles acabados en los que no se vive, ya que suelen ser de tipo residencial. Es difícil de comprobar al cien por cien sin acceder al edificio pero la propia observación ofrece a veces pistas: la falta de cortinas. Puede haber sucedido que el constructor no puso los pisos en el mercado o que no encontró compradores. Así, en muchos de ellos, explica el arquitecto, está en uso solo una parte del total del inmueble. En la calle Santa Catalina, entre la calle San Andrés y el Cantón Pequeño, hay un edificio que ahora luce cubierto por una leve malla pero hace pocas semanas era visible cómo estaban acabados los pisos, incluidas las ventanas, y no había ni siquiera un acceso normalizado a la puerta principal. Otros casos se dan en la calle de la Torre o en Someso y también hay otro ejemplo mucho más significativo: el de los edificios del parque ofimático. Las viviendas ya están preparadas y los vecinos incluso tienen los muebles listos, pero faltan trámites administrativos para poder poner un pie en las casas.