Con el auge de las nuevas tecnologías y el aumento del uso del móvil, las cabinas de teléfono son ya parte del pasado. Se podría decir que es una excepción ver a un usuario insertando monedas en un teléfono público para contactar con alguien. La compañía R es consciente de esta situación y ha iniciado un plan de desmontaje de cabinas, por lo que desaparecerán de la ciudad en 2019. Con el nuevo año el Gobierno central también prevé eliminar la obligación que tiene Telefónica de mantener estos teléfonos y las guías, por lo que su fin está cada vez más cerca.

La ciudad contaba con 35 cabinas de R a comienzos de 2018 y cuando estrene el nuevo año solo quedarán 16. La compañía telefónica ha decidido llevar a cabo esta desinstalación por la falta de uso de los teléfonos públicos y por el elevado coste de mantenimiento. A día de hoy, la recaudación de las cabinas, según indica la empresa, es mínima. E incluso en la mitad de las que hay disponibles, ni siquiera se consigue una recaudación mensual.

En los teléfonos públicos que sí registran un uso, R desvela que la media es de cinco llamadas al mes y que el perfil de usuario es el de una persona extranjera con tarjeta prepago, lo que le permite llamar mediante un código. Una situación que provoca pérdidas a la compañía telefónica, pues el mantenimiento es muy costoso y no reporta beneficios. Además, estos aparatos instalados en la vía pública suelen ser objeto de actos vandálicos.

Durante esta semana, desaparecerán las cabinas situadas en Juan Flórez, Galileo Galilei, Linares Rivas, paseo de Ronda y Manuel Murguía. Teléfonos de R en los que la compañía ha detectado que no se registra un uso. Para 2019 quedarán otras 16 cabinas que serán eliminadas a lo largo del año ya que la empresa no tienen la obligación de mantenerlas al no tratarse de un operador dominante. Sí lo es Telefónica, pero su futuro también está cambiando. Una modificación del decreto de la Ley General de Telecomunicaciones eliminará este servicio universal. A partir de ahí, el fin de las cabinas telefónicas será una realidad. Un proceso que ya ha ocurrido en otros países, como Francia, Bélgica o Dinamarca, e Italia está en camino.