Nací en Ares, donde mi padre, Armando, era marinero y mi madre, Milagros, le ayudaba a vender el pescado. Mi único colegio fue el público de esa localidad porque a los doce años me tuve que poner a trabajar al igual que varios de mis nueve hermanos. Empecé en una pequeña tarrafa que tenía mi tío Manolo en la que salíamos a pescar de madrugada y luego vendíamos el pescado tanto en Ares como en A Coruña, ya que cuando había marea baja no podíamos atracar en el puerto de nuestro pueblo.

A los catorce años me embarqué en un pesquero del día con el que descargábamos en A Coruña, Sada, Malpica y Caión. Trabajábamos domingos y festivos, ya que solo descansábamos si había temporal o se rompían las redes, por lo que este trabajo era muy duro para los años que tenía.

Mis mejores amigos fueron Tono, José Carlos, Berto Gincho, Machote, Pirulo y Pedro Villalba, con quienes disfrutaba al máximo cuando veníamos a la ciudad. Cuando venía con mis compañeros del barco paseábamos por el centro y las calles de los vinos, donde también íbamos a la Bolera Americana y a la sala El Cerebro para jugar al billar y al futbolín. Nuestros cines preferidos eran el Hércules, Rosalía, Colón, Coruña y Avenida.

Varios años después marché al País Vasco para embarcarme en el pesquero Landa Verde, del puerto de Ondárroa. A los 21 años entré en la Escuela de Pesca del puerto de Pasajes para obtener el título de patrón de litoral, tras lo que me casé y estuve un año viviendo en casa de mis suegros. Más tarde volví a la escuela para obtener el título de patrón de altura y seguir navegando. Aún en el País Vasco, pasé al barco Greenland Brixen, abanderado en Inglaterra y con el íbamos al Gran Sol, en el que a veces las pasábamos canutas capeando los temporales. Este barco fue comprado después por armadores coruñeses, por lo que nos trasladamos aquí y seguí trabajando hasta que un temporal le destrozó el puente y desapareció el patrón. Me quedé en la ciudad trabajando en otros pesqueros hasta que falleció mi mujer, momento en el que marché a Huelva para trabajar en un barco abanderado en Marruecos que faenaba en aguas de Mauritania y Suráfrica hasta mi jubilación.

De mi vida laboral guardo buenos y ratos momentos, ya que cuando era joven no ganaba casi nada, dormía en el suelo con una manta y teníamos que esperar a que hubiera temporal para salir con los amigos.

Uno de mis recuerdos de esos años fue la explosión de la caldera de un barco en el muelle de Linares Rivas, así como la desaparición de un pesquero de la ciudad, el Cubiche, durante un temporal, por lo que murió toda su tripulación. Cuando faenaba de joven con mi tío, el día de la fiesta del Carmen veníamos con el barco a la ciudad para acompañar la procesión de la Virgen, mientras que cuando estábamos atracados aquí en Semana Santa, el domingo de Resurrección tocábamos la sirena todos los barcos del puerto.

Cuando veníamos a la ciudad no sabíamos donde gastar las pocas pesetas que teníamos porque en Ares en aquel tiempo apenas había nada más que la fiesta que se hacía cada año, mientras que aquí había de todo. Tenía familiares en la ciudad a los que a veces venía a visitar en autocar con mi madre en un viaje que se hacía eterno porque la carretera parecía una corredoira. Recuerdo los buenos momentos que pasaba con los amigos y compañeros en la cervecería de Estrella Galicia en Cuatro Caminos, donde también parábamos en el bar de Nemesio. Después de varios años jubilado, lo que hago es reunirme con mis amigos de siempre para recordar los viejos tiempos.