Los dos socios de la cooperativa Kibutz, que pretende formar una comunidad colaborativa en la comarca basada en la agroecología, la bioconstrucción o la economía social, acaban de volver de Guinea Bissau. A través de la ONG coruñesa Miradas del Mundo, han ayudado a construir una cocina solar y un baño seco en la aldea Varela, dos maneras de sustituir dos suministros que escasean en la zona: electricidad y agua. Pero la historia de esta conexión entre ambas entidades empieza mucho más atrás.

Hace meses que Raquel Rodríguez y Alberto Santos, por separado, y una responsable de la ONG coincidieron en un curso de bioconstrucción. Conectaron tan bien que los dos primeros montaron una cooperativa y decidieron ayudar a la entidad del tercer sector en algún proyecto. Tras un proceso de reflexión sobre las necesidades que tenía la aldea guineana en la que desarrolla su actividad Miradas del Mundo, los impulsores de Kibutz tomaron rumbo a Varela con el material y las ganas suficientes para hacer algo nuevo e importante. "Las personas somos motores de cambio", explica Rodríguez, replicando el leitmotiv de la cooperativa, por lo que su aportación en la aldea ya era el comienzo de algo.

Y, aunque esperan aún resultados, están ya satisfechos con su trabajo. La cocina solar quedó lista y ahora queda por ver la aceptación que tiene entre los habitantes de Varela. Tras formarse con el profesor Juan Bello, experto en esta técnica de cocinar con el sol, los fundadores de la cooperativa no solo montaron el dispositivo si no que utilizan técnicas de atracción. Y es que, apunta Rodríguez, los vecinos se muestran recelosos de asumir inventos llegados desde el "primer mundo" y necesitan de buenos argumentos para utilizarlos. Así que, con este conocimiento previo, los miembros de la ONG y sus ayudantes se dedicaron a cocinar en el aparato para mostrar sus virtudes. Y algo consiguieron ya antes de volver a Galicia: "La cocinera del centro estaba muy interesada porque no tiene horno, así que no podía hacer pan o pescado de esa manera". Y sol no les falta, añade sonriente la fundadora de la cooperativa.

El baño seco aún no se ha utilizado, ya que es para una escuela de apoyo para niños y ahora están en período de vacaciones, pero estará listo cuando vuelvan a las aulas. Durante su estancia de tres semanas, la ONG desarrolló una parte de su proyecto de construir pozos familiares así que ambos cooperantes se animaron también a ayudar en estas labores y conseguir más agua para los residentes en Varela.

"Es como viajar a otro planeta", admite Rodríguez, que confirma que ser uno de los países más pobres del mundo se nota "desde que pones un pie en él". Se alegra de que no existan problemas de desnutrición, pero lamenta que no haya asfalto, hospitales en buen estado, electricidad o agua suficiente para todos los habitantes. El proyecto "colaborativo" encaja, dice, a la perfección con su cooperativa.