El viernes se cumplirán tres semanas desde que el grupo municipal del PSOE recibiera el anteproyecto de presupuestos del Gobierno local. Y desde entonces solo ha habido cruce de reproches entre ambas partes y poca negociación. Es la cuarta vez que ambos se ponen como objetivo aprobar las cuentas anuales y, como en la mayoría de veces anteriores, no parece fácil. Con los presupuestos del año pasado ya prorrogados y las elecciones de mayo a la vuelta de la esquina, la estrategia electoral puede complicar aún más la tensa relación por la que han pasado ambos grupos estos tres años y medio de mandato. El Gobierno local testará a la nueva portavoz del PSOE, Yoya Neira, que se estrena negociando directamente las cuentas.

Inicios negativos. Sin precedentes de negociación de presupuestos de un Gobierno local en minoría frente a una oposición sin aliados fijos, las conversaciones fueron complicadas y los vaivenes, constantes. El primer problema ya se dio en diciembre de 2015, cuando, al presentar el alcalde, Xulio Ferreiro, el anteproyecto de presupuesto, el portavoz del PSOE, José Manuel Dapena, exigió empezar "de cero" y no con partidas ya asignadas. Un mes después, seguía la paralización: el PSOE reclamaba "informes complementarios" y el regidor se impacientaba y exigía propuestas concretas para cerrar el documento financiero. Con la vista puesta en una aprobación inicial de las cuentas en febrero, el Gobierno local accedió a enviar documentación detallada al grupo socialista y la relación se suavizó. A finales de enero, las reuniones se definían como "productivas" y ambas partes hablaban de entendimiento "casi total". Y vuelta a empezar. En febrero la rotura se hacía pública y el Ejecutivo municipal abría la puerta al resto de grupos para pactar, con las consiguientes acusaciones de "deslealtad" del PSOE. En marzo las aguas volvían a su cauce y ambas formaciones ya concretaban, en millones de euros, los cambios en los presupuestos a cambio de un voto afirmativo. Y llegó el pleno de aprobación inicial de las cuentas y PP y PSOE votaron juntos para imponer sus enmiendas al documento del Gobierno local. Fue así como las negociaciones maratonianas durante dos días acabaron con un acuerdo entre todos los grupos de la corporación. El 23 de mayo de ese año, con los votos positivos del PSOE y la abstención de PP y BNG, sacó adelante Marea Atlántico su primer presupuesto completo.

In extremis. Para el año 2017 la relación entre el Gobierno local y los socialistas no fue mucho mejor y llegó a límites insospechados, no conocidos en María Pita. Se adelantaron los tiempos de negociación y ya a principios de diciembre todos los grupos tenían sobre la mesa la propuesta de cuentas. Pero el resultado fue similar al del año anterior: negativas por todas las partes. El alcalde, por su parte, tensaba la cuerda anunciando que a finales de diciembre llevaría el presupuesto a pleno y apuntaba a la posibilidad de recurrir a una cuestión de confianza para sacarlos adelante si no recababa apoyos. Y así hizo la primera parte, primero, y la segunda, después. A dos días de finalizar 2016 el pleno rechazó las cuentas con el voto en contra de PP y PSOE y con el visto bueno del BNG, ya que habían pactado un cambio de un millón de euros que satisfacía a la concejala nacionalista Avia Veira. No era suficiente. Ferreiro optó entonces por volver a intentarlo con el PSOE. Y en enero convocó al partido, revuelto por sus líos internos, con la renuncia a la portavocía de José Manuel Dapena por injerencias de la exlíder del grupo Mar Barcón. El propio Dapena, junto al que sería, más tarde, nuevo portavoz, José Manuel García, y el presidente de la Gestora Local, Florencio Cardador, rubricaron un preacuerdo de prepuesto que no duró ni doce horas. La exigencia del PSOE de que Barcón fuera una de las personas que gestionaría las partidas socialistas incluidas en las cuentas fue la línea roja que marcó Marea y a la que se aferró. Tanto, que prefirió plantear la cuestión de confianza al alcalde vinculada a la aprobación inicial de presupuestos. PP y PSOE votaron que no y el BNG ofreció su apoyo. Se abría entonces un mes para que la oposición planteara un gobierno alternativo que nunca llegó, dando la corporación el visto bueno a las cuentas sin haber pleno. El 8 de mayo, la sesión dio luz verde de manera definitiva al presupuesto, con la abstención del propio Gobierno local, PP y BNG y el apoyo del PSOE, que había propuesto un recorte final de 7,6 millones sobre el reparto de dividendos de la empresa pública Emalcsa y la previsión de ingresos que pedía el interventor municipal.

El más rápido. "La ciudad está por delante, toca dejar aparcados los intereses partidistas". Así explicaba en noviembre de 2017 el portavoz socialista José Manuel García su intención de apoyar las cuentas del Gobierno local. Y así fue. Y sin sobresaltos. Desde octubre de aquel año comenzaron los contactos, los concejales del PSOE introdujeron "casi todas" las propuestas y, aunque no se cumplió la intención de que el día 1 de enero pudieran estar en vigor, en febrero sí que estuvieron aprobados. Fue el día 5 de febrero cuando el pleno, con los apoyos de PSOE y Marea Atlántica sacaron adelante el documento financiero con el voto en contra de PP y BNG. García exigía al Ejecutivo municipal que diera "buen uso" a su soporte porque, añadía, "la ciudad lo necesita".