El Club del Mar celebrará el próximo 3 de febrero una asamblea general extraordinaria, previa a la ordinaria convocada para ese mismo día, en la que los socios deberán votar la continuidad del presidente, Ángel Garmendia, tras la reciente dimisión de tres de sus directivos, que se suma a la de otros dos hace días y de dos más poco después de que ganara las elecciones hace ahora un año y que fueron sustituidos por otros dos socios.

Esta situación coincide con la presentación por el presidente de su plan de actuación hasta 2020, en el que figura la propuesta a las administraciones de la regeneración del entorno del club y de la construcción de un ascensor hasta el paseo marítimo, mientras que la entidad abordaría una amplia reforma de las instalaciones con una inversión de 2,6 millones de euros.

Los estatutos de la sociedad obligan a convocar una cuestión de confianza cuando la abandonan un mínimo de cinco miembros de la directiva, formada por doce personas además del presidente, de las que dos son elegidas directamente por los socios en representación de los deportistas de mar y de tierra.

Garmendia explicó ayer que los nueve miembros de la junta que permanecen en sus puestos respaldan su gestión, aunque admite que los exdirectivos críticos con ella pueden impulsar que la asamblea vote en su contra. El presidente señaló que tenía intención de destituir a estos tres miembros de su junta pero que antes de que tomara la decisión ellos presentaron su dimisión.

Según comentó, "no comparten mi política desde el principio, por lo que hay una quiebra de confianza", e incluye en esta misma a los dimitidos hace un año, Jaime Vila y Sixto Gómez, quienes fueron la alternativa durante muchos años al anterior presidente, Manuel Lugrís, y en las últimas elecciones le pidieron que encabezase la lista, en la que él incluyó a socios de su confianza además de a otros afines a Vila.

La idea de Garmendia, quien aseguró que solo tiene intención de permanecer dos años en el cargo, es "abrir el club a la sociedad" y que no solo tenga actividad deportiva, sino también social y cultural, iniciativa que considera que suscita el rechazo de sus opositores, al igual que su propuesta de favorecer la llegada de socios jóvenes al club para evitar el envejecimiento que padecen otras entidades coruñesas.

"Quiero hacer un club de cristal y que la gente nos vea desde fuera", explicó ayer, a lo que añadió: "No tengo raíces familiares ni endogámicas en el club y los cambios que hay que realizar los hago con libertad, no desde el amiguismo".

El presidente recordó que el Club del Mar cuenta con 8.000 usuarios, 70 empleados y dos millones de euros de presupuesto por lo que entiende que "tiene que funcionar con criterios de gestión moderna".