En sus casi 40 años de trayectoria, Emilio Urberuaga ha vivido los efectos de las nuevas tecnologías en la ilustración, pero siempre ha querido marcar distancias con las pantallas. "No tengo nada en contra de la telemática, pero me gusta mancharme las manos. Si estropeo un dibujo, lo repito o intento salvarlo, y así se establece una lucha con el papel", explica el artista, que desnuda desde ayer su proceso creativo en Emilio Urberuaga. Un paseo polo principio. La exposición, que permanecerá abierta hasta el 17 de marzo, comparte a través de bocetos y originales el recorrido artesanal del creador, que se hacía en el 2011 con el Premio Nacional de Ilustración gracias a su trabajo. Una docena de los álbumes que ha realizado, entre creaciones propias y colaboraciones con otros escritores, integran ahora su exposición en la Casa de Cultura Salvador de Madariaga, en la que desvela el camino que sigue recorriendo, a la vieja usanza, para llegar al resultado final.

"Probé con la pantalla en el pasado, pero en el papel no hay ni trampa ni cartón. Puedes ver los errores y que está hecho por un ser humano", justifica Urberuaga, que reúne más de 70 piezas en el espacio. Algunas, como el título infantil Gilda, la oveja gigante, se exponen completas en la muestra, en la que se puede seguir desde el primer dibujo hasta la edición que el público pudo comprar. Los mismo ocurre con En la caja maravillosa. Viaje al interior de la vida, que el creador recuerda como uno de los encargos más complicados de los últimos tiempos. "Los elementos que aparecen son reales, como el cuerpo humano y las células. Encontrar documentación e imaginar cómo hacerlo fue un reto", recuerda el autor, que aglutina de formas innovadoras sus bocetos para compartirlos con sus editores.

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Ilustraciones del Premio Nacional Emilio Urberuaga en A Coruña

Tras leer la historia "varias veces" para interiorizarla, nacen de su pluma los primeros bocetos, que confiesa que suelen acabar en la basura. A estas primeras tomas de contacto les siguen otros bosquejos "más acabados", que suele reunir en grandes desplegables de hasta nueve metros de longitud. "En esta profesión te encuentras con capacidad de visualización y con otra que no. Está bien poder enseñarles estos acordeones, porque les deja ver de un vistazo cómo será más o menos todo el libro", apunta el dibujante, que sucumbe en otras ocasiones al hilo y a la aguja.

Con un "punto de modistilla" que confiesa que le divierte, Urberuaga se decanta a veces por hacer libros con sus primeros intentos, que cose él mismo a mano. Varios de estos cuadernos se exponen en vitrinas en la exposición, que también comparte los desplegables y los originales que escanea para mandarlos a las editoriales. "En realidad lo hace mi mujer, porque yo soy un analfabeto tecnológico", dice entre risas el ilustrador, que asegura que, se dibuje con tableta gráfica o de forma tradicional, "lo importante es el resultado". "La diferencia no es muy grande, porque un libro es una reproducción del original. Aunque me he encontrado con chavales que creen que los dibujos de todos los libros los hago yo", cuenta Urberuaga.

De la mano de su muestra, el autor espera aclarar a los más pequeños "cómo nace un libro", y compartir su modo artesanal de entender la ilustración. Su forma de trabajo se confrontará esta tarde con la de las nuevas generaciones a través de una charla con David Pintor, a las 19.30 horas en la librería Cascanueces (Orzán, 14).