Entre los casos más desoladores a los que tienen que enfrentarse policías locales y trabajadores sanitarios están los fallecimientos de personas mayores que viven solas en sus domicilios, a quienes generalmente descubren días después de su muerte y porque familiares o parientes las echaban en falta o no podían contactar con ellas desde hacía tiempo. Agentes del 092 atendieron el domingo pasado en un piso de la Ciudad Vieja a una anciana de 91 años que no se había movido de un sillón, sin comer ni beber, en las tres semanas anteriores, y que ahora se recupera en una residencia. La Policía Local y la Cruz Roja señalan que un caso de resistencia como este es inhabitual, al tratarse de una persona de avanzada edad, y admiten que es más frecuente encontrarse con ancianos que han fallecido en sus viviendas sin compañía.

Es muy difícil contabilizar el número de personas mayores que no viven con nadie, reconocen desde la Cruz Roja en A Coruña, tanto en la ciudad como en cualquier otro ámbito. La organización no cuenta con datos concretos y se orienta por estadísticas generales. El Instituto Galego de Estatística (IGE), según datos hechos públicos a finales del pasado año, calcula que el 51,28% de los hogares unipersonales de la comunidad están ocupados por personas de más de 65 años, lo que se traduce en casi 118.000 viviendas.

La Cruz Roja dispone de servicios y programas que tienen como finalidad "facilitar autonomía, fomentar el contacto social y proporcionar seguridad a las personas mayores que viven solas y a sus familias", según explica Anabel Vidal, directora provincial del área de Intervención Social de la Cruz Roja A Coruña, que también cuenta con un centro de día para cuarenta usuarios.

La teleasistencia es una de esas herramientas planificadas para evitar el aislamiento de los mayores. Mediante un teléfono que llevan consigo, los usuarios, hombres o mujeres que viven solos o matrimonios, se pueden comunicar con personal sanitario y voluntarios de la Cruz Roja en momentos de necesidad o para pedir información, y la central de teleasistencia moviliza "los recursos más convenientes" según el caso (desplazamiento de ambulancia, envío de voluntarios, contacto con cerrajeros).

El servicio funciona las 24 horas del día todo el año. Los servicios sociales municipales hacen una valoración previa de los solicitantes, que además de los beneficiarios directos pueden ser familiares próximos que también viven en el hogar pero que pasan demasiado tiempo al día fuera de casa, por lo que se les brinda "más tranquilidad" respecto a la atención de los mayores. La teleasistencia es un servicio muy demandado, apunta la directora de Intervención Social, porque proporciona atención inmediata y un seguimiento personalizado.

También han de pasar por una evaluación inicial de su vulnerabilidad, recursos y servicios los usuarios del programa de apoyo de la Cruz Roja. "Su objetivo es ofrecer una ayuda complementaria a domicilio a personas que tienen dificultad de movilidad, generalmente solas, a través del apoyo de voluntarios que las acompañan al médico, al banco o a hacer la compra o gestiones", comenta Vidal.

El proyecto Enrédate tiene como objeto "la mejora de las relaciones interpersonales" de quienes a una avanzada edad han perdido contacto con gente de su generación por el fallecimiento de sus amistades o porque sus hijos se han marchado a vivir a otras localidades. "Se trata de que estos mayores tengan una mejor vida social y que eviten la soledad. Para ello se crea una especie de red social para mayores", explica Anabel Vidal.

Talleres de memoria, charlas informativas sobre salud o el uso de aplicaciones informáticas son otras medidas de apoyo a mayores que presta la Cruz Roja en su sede coruñesa o a domicilio en programas para personas con las condiciones cognitivas deterioradas o enfocados en el envejecimiento saludable. Estas ayudas ofrecen también un seguimiento médico de los usuarios, que se puede acompañar de la visita de voluntarios a las viviendas de los mayores que utilizan estos servicios.