En un paseo por Eirís de Abaixo o A Silva, el ruido de los coches no es constante, como en otros barrios de la ciudad. El verde rodea las casas y estas, a su vez, transmiten tranquilidad. Unas circunstancias, sin embargo, que no han permitido frenar el bajón de vecinos que están sufriendo estas dos zonas, de los pocos barrios periféricos que restan y no suman. En cinco años, en ambos barrios la población ha descendido un 11%, una situación que algunos creen que va a seguir empeorando. "Son sitios en los que viven gente mayor y cuando esta ya no está, las casas quedan vacías", indica una vecina.

Como en todo, hay ventajas y desventajas. Basta con desviarse un poco de la carretera de Eirís para entrar en una zona de casas de piedra, huertos y perros corriendo sin correa. Aquellos que viven en Eirís de Abaixo y A Silva lo tienen claro, lo mejor es "vivir en el campo cerca de la ciudad". En el lado opuesto de la balanza hay otros inconvenientes, como "depender del coche" para ir a la compra o bien sentir inseguridad" al vivir en un núcleo poco poblado. Pese a todo, los vecinos de ambos barrios son optimistas cuando miran al futuro. Son conscientes de que la ciudad seguirá creciendo y quizá esto beneficie a sus calles, preparadas para acoger más gente. De momento, una mañana por A Silva y Eirís de Abaixo permite respirar aire puro y sentirse en el rural a solo diez minutos del centro.