Tras 32 años de subidas, el viernes los coruñeses viajarán en el autobús urbanos pagando diez céntimos menos que hasta ahora. Una decisión que anunció el alcalde, Xulio Ferreiro, en mayo del año pasado y que hasta febrero no se hará realidad tras varios trámites intermedios y la oposición férrea de la Compañía de Tranvías, concesionaria del servicio municipal. La bajada del billete, tanto en la tarifa ordinaria como en el bonobús, incluye la gratuidad para los menores de trece años y en todos los transbordos.

Desde su aprobación en Junta de Gobierno Local a finales de diciembre, ni Ayuntamiento ni Tranvías se han vuelto a pronunciar sobre la rebaja. La concesionaria, que se opuso con alegaciones a la medida, no ha aclarado si convertirá su rechazo en un recurso ante los tribunales.

Fue el propio regidor el que pidió en abril a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que elaborara un informe sobre la concesión y el órgano apreció "una posible sobrecompensación" a través de las tarifas del bus, que no pararon de subir durante tres décadas año tras año. Esta misma comisión revisó hace pocos días una situación similar en Cádiz y analizaba "positivamente" que este Ayuntamiento siguiera el ejemplo del de A Coruña, solicitando su dictamen pese a que no sea vinculante.

Una vez conocido el contenido del documento y de manera unilateral, sin contar con la empresa, Ferreiro anunció que habría una bajada en el precio del billete. Para hacer el cálculo, el Gobierno local encargó a una empresa externa un estudio de los costes del servicio añadiendo el "beneficio razonable" que, finalmente, acabó fijándose en un 6%, lo que supondría que la compañía ganaría alrededor de dos millones menos cada año.

La respuesta, en forma de alegaciones, por parte de la concesionaria no se hizo esperar. Quince reclamaciones presentó al acuerdo de junta de gobierno, aunque el Concello solo aceptó una de ellas: el cambio para calcular la "sobrecompensación" al cierre del ejercicio y no reteniendo, como pretendía el Ejecutivo municipal, un millón de los pagos a la empresa.

El siguiente obstáculo parecía ser el visto bueno de la Xunta, en la Comisión de Prezos de Galicia, que aprueba anualmente, en diciembre, las nuevas tarifas de este tipo de servicios en cada concello. Pero el día 5 de ese mes, el presidente del Gobierno gallego, Alberto Núñez Feijóo, liberaba de este trámite al Ayuntamiento, al explicar que solo deben pasar por esta reunión los precios que suben, no los que descienden.

Poco más de veinte días después, el Gobierno local daba el visto bueno definitivo a las nuevas tarifas: 1,20 euros para el billete ordinario, 75 céntimos para el bonobús general, 33 para el social, 30 para el universitario y la gratuidad para menores de 13 años y los transbordos entre líneas. Y ese mismo día anunciaba que sería el 1 de febrero, tras el ajuste en los sistemas de pago y la tarjeta Millennium, cuando comenzarían a aplicarse los nuevos precios.

El Gobierno local insiste en que el beneficio de este servicio público debe recaer en los usuarios directamente y el propio concejal de Mobilidade, Daniel Díaz, se mostró convencido de que la rebaja de las tarifas "animará al público a ser usuario del transporte público". Quien no contará con mismo nivel de ganancias será la Compañía de Tranvías ya que el Ayuntamiento calcula que, frente a los 4,3 millones de 2017, la empresa obtenga solo 1,06 millones este año.

Aunque aún no ha mostrado su intención al respecto, cabe la posibilidad de que la concesionaria recurra la decisión ante los tribunales, lo que se sumaría al contencioso ya abierto entre ambas partes por extinguir el Concello unilateralmente la concesión en 2016, en aplicación de la misma normativa europea de 2007 que también utiliza ahora para este descenso en el precio del billete.