Son las 16.00 horas y en el pabellón deportivo de Labañou comienzan a llegar los jugadores del equipo de fútbol de Padre Rubinos. Con puntualidad, los usuarios del albergue que integran el equipo que compite en la Liga Social, en la que participan otras entidades coruñesas que trabajan con diferentes colectivos, se cambian y saltan a la pista para iniciar el entrenamiento.

"En Padre Rubinos me invitaron a jugar al fútbol y ahora estoy tramitando los papeles y estudiando, cuando tengo tiempo libre vengo a jugar, en mi país siempre practicaba deporte y así me entretengo", explica Federico (nombre supuesto), un joven venezolano sobre su presencia en este equipo. Para Gregorio, que tampoco es su nombre real, la situación es diferente, ya que salió de la cárcel y recibe ayuda de Padre Rubinos para encontrar un trabajo. Mientras lo consigue, juega al fútbol porque lo practico en su juventud e incluso en la prisión, aunque ahora considera que le "rehabilita".

Federico señala que la finalidad de tomar parte en esta iniciativa "es jugar en equipo", ya que competir con los compañeros "te enseña a vivir con las personas, son muchas las cosas que se aprenden además de pasar el tiempo libre". Las circunstancias vitales de Gregorio hacen que el fútbol suponga algo más para él: "Me aporta desconectar y fuerza para salir adelante y no pensar en cosas negativas, me evado de los problemas, que son muchos", explica sobre las consecuencias que ha tenido para él su paso por la cárcel.

Jugar al fútbol pese a ser un migrante en situación irregular ha cambiado a Federico, como él mismo admite. "He conocido a bastantes personas y he hecho muchas amistades, me siento bastante bien", comenta sobre esta experiencia, que echaría de menos si tuviera que dejarla porque la Liga Social ha sido su primera oportunidad de jugar al fútbol en España y considera que "eso marca a través del tiempo".

A pesar de su denominación, la Liga Social no tiene un carácter competitivo, ya que su principal objetivo es fomentar la relación entre los jugadores, pero Gregorio advierte: "En todo partido siempre quieres ganar". Pero, a pesar de todo, reconoce que entre los jugadores hay compañerismo y que siempre juegan "blando" para no lesionar a nadie. Federico comparte su opinión y añade que en Padre Rubinos les enseñan "a jugar con compañerismo y no importa si se gana o se pierde, lo importante es jugar". Otros jugadores también tienen experiencia en el fútbol y algunos de ellos destacan por su habilidad, pero Gregorio afirma: "Yo miro más a la persona que está jugando que lo bien que juega, lo que más me vale es el interior de la persona".

Álex Riera, integrador social de Padre Rubinos y responsable de las actividades que se realizan en el albergue explica que el fútbol y la practica deportiva "siempre tienen tirón" entre los usuarios y que el objetivo de esta iniciativa es facilitar su integración. A pesar de que los participantes en la liga están de forma temporal en el albergue y no es fácil tener un equipo estable todo el año, "los que entran suelen comprometerse y asistir de forma habitual".

Riera considera que la participación en esta actividad de colectivos con diferentes problemas sociales "contribuye a romper prejuicios, generar relaciones sanas, quitar miedos y facilitar las relaciones interculturales".