La doble fila y el estacionamiento en un espacio prohibido son las infracciones de tráfico relacionadas con el aparcamiento más habituales. Molestan a los conductores que circulan correctamente al volante de turismos y vehículos de transporte público, así como a los usuarios de estos servicios y a los peatones, que ven dificultada su movilidad. En una ciudad de hechuras tan singulares como A Coruña, con embudos de circulación en puntos de la parte más estrecha de su península y frecuentes congestiones de tráfico en el centro y en algunos barrios cuando se producen accidentes en los principales viales de acceso, los casi 142.000 vehículos de su parque móvil -según datos de Tráfico de 2017- y los que entran y salen a diario desde y hacia la comarca se encuentran con problemas constantes a la hora de aparcar en superficie. De ahí, tantas infracciones, denunciadas y penalizadas unas aunque pasadas por alto o imposibles de notificar muchas otras.

La Policía Local denunció el año pasado 17.576 estacionamientos indebidos en doble fila y en lugares donde no está permitido hacerlo, según la ordenanza municipal de circulación, y la grúa retiró de las calles 3.120 vehículos, de acuerdo con los datos proporcionados por fuentes municipales. Sale a una media de 48 denuncias y entre ocho y nueve traslados al depósito al día.

Un recorrido en taxi de una hora, realizado en mitad de la semana entre la una y las dos del mediodía por calles y algunas zonas de la ciudad con más densidad de vehículos e incomodidades para conducir, permite al conductor y al pasajero comprobar que los vehículos circulan en la ciudad a un ritmo pausado en general. En su camino se cruzan con no pocos turismos, furgonetas o coches de reparto aparcados indebidamente o detenidos en doble fila, tanto en calles de un solo carril por sentido o de sentido único como en vías de dos o más carriles.

Otro trayecto en una línea de bus también esta semana, de nueve y media de la mañana a once menos cuarto, constata las afecciones en el servicio del transporte público producidas por los estacionamientos incorrectos y denunciadas tradicionalmente por los propios conductores de la Compañía de Tranvías. La grúa retiró el año pasado 21 coches que estaban aparcados en una parada del bus urbano y notificó 522 denuncias, cifras que los trabajadores estiman bajas.

La ruta realizada en taxi comienza delante del mercado de San Agustín a las 13.00 horas. La carrera regresará al mismo punto una hora después tras llevar al usuario (en este caso un periodista de LA OPINIÓN) por la plaza de España, San Andrés, plaza de Lugo, Linares Rivas, Orquesta Sinfónica, Palomar, avenida de Finisterre, Alcalde Lens, ronda de Outeiro, Capitán Juan Varela, Pérez Porto, Ramón Menéndez Pidal, avenida de Arteixo, Fernando González, Fontán, Los Cantones, Riego de Agua y de nuevo San Andrés. Juan Quintela, taxista con cuatro años de experiencia en el sector y dos décadas en el ramo del transporte, señala varios lugares de conflicto sobre el mapa de la ciudad, zonas que de forma habitual están saturadas de vehículos o que tienen abundancia en determinados momentos del día.

"De ocho a diez de la mañana la circulación en coche es complicada en casi toda la ciudad. Después el tráfico es tranquilo hasta la una y cuarto y se complica hasta las tres. La franja crítica de por la tarde es de seis y media a ocho. Pero si llueve, todo se complica, porque mucha gente no quiere caminar los tramos que generalmente camina a diario, prefiere coger el coche y no el paraguas", resume Quintela.

El Agra do Orzán en torno a la plaza de As Conchiñas, Os Mallos en la zona de los juzgados, la plaza de Lugo, la ronda de Outeiro en sentido subida entre la estación de ferrocarril y la avenida de Arteixo, San Andrés cuando coinciden varios buses urbanos, Linares Rivas en sentido entrada a la ciudad, Riego de Agua a primera hora de la mañana y la calle Palomar junto al parque de Santa Margarita son los puntos del trayecto en taxi -y en cualquier turismo- donde el coche tiene que esquivar más obstáculos que dificultan la fluidez de su desplazamiento. La doble fila es continua (o casi) incluso en calles como Alcalde Lens (Agra), Pérez Porto (Os Mallos) o la plaza de Lugo, en las que los peatones cruzan entre dos coches mal aparcados y lejos de los pasos que les dan preferencia. "Hay conductores que dejan el coche uno o dos minutos, otros se están tomando un café, y otros no se mueven durante más tiempo", comenta el taxista.

El profesional apunta más calles negras en otras partes de la ciudad que obligan a reducir la velocidad, a moverse a arreones y con continuos frenazos y, por lo tanto, a extremar las precauciones para no llevarse por delante a peatones que cruzan la calle, no siempre por el lugar adecuado: la calle Merced en Os Castros, la plaza Pablo Iglesias en O Castrillón, la avenida do Ferrocarril, Alfredo Vicenti, Fernando Macías, Rubine y Archer Milton Huntington alrededor de Riazor y Santo Tomás en Monte Alto. Sin olvidar el entorno del hospital, el polígono de A Grela en horario de entrada pronto por la mañana y algunas calles con colegios a la hora de las entradas y salidas de alumnos, como pasa en la plaza de España y en la carretera de subida a A Zapateira.

La ruta en bus urbano que cubre LA OPINIÓN para ser testigo de la circulación rodada en la ciudad es la de la línea 5, de una hora y doce minutos de duración en condiciones normales de tráfico. Así transcurre, con normalidad, sin la lluvia que siempre retrasa los desplazamientos del bus entre ocho y diez minutos. La 5 es una de las líneas que los profesionales de Tranvías sitúan entre las más conflictivas. "A primera hora, y cuando llueve, lo peor es moverse por la zona de juzgados, con coches mal aparcados en todas partes haciendo difícil los giros del bus", atestigua el conductor, con 17 años de experiencia y paso por todas las líneas urbanas.

Tal cual: Capitán Juan Varela, plaza de Monforte y Cronista Pacheco son nudos de vehículos que se acercan a la falta de orden y concierto. En la primera de estas calles aparcan coches en la esquina con la ronda de Outeiro y el bus puede quedarse estancado sin poder avanzar, en ocasiones, como en este desplazamiento, en la que sirve de ayuda que un peatón u otro conductor haga indicaciones al piloto para maniobrar con cuidado y salvar el obstáculo. Ocurre algo parecido, esa dejadez en el estacionamiento, en la avenida do Ferrocarril los viernes y domingos con la llegada de algunos trenes o a la hora de comer. Y raro es el día en que no se para algún coche algún momento en plena parada del bus ante la iglesia de San Pedro de Mezonzo, Marqués de Figueroa o en la rotonda de la estación de San Cristóbal. El resto del viaje transcurre con tranquilidad.

¿Es complicado conducir en una ciudad como A Coruña?, se le pregunta al taxista y al conductor del bus. "Depende", cree el primero. "No es lo mismo hacerlo en diciembre que en febrero, que hay menos circulación. Sí hay que hacerlo con bastante atención por la estrechez de muchas calles y el exceso de doble fila. Y tener cuidado con los peatones y los ciclistas, que no siempre son prudentes y cruzan o pasan de la carretera a la acera sin mirar". El profesional del bus advierte más congestión de tráfico en un punto clave como la plaza de Ourense desde el acceso hasta el centro de los autobuses metropolitanos el año pasado, pero aclara que "desde la peor parte de la crisis circulan menos turismos" en la ciudad.