Se enganchó a las tablas con Iba en serio y, apenas dos meses después del fin de gira, ya estaba buscando nuevos retos en el escenario. A Jorge Javier Vázquez, maestro de ceremonias desde hace décadas en el mundo audiovisual, el plató televisivo no le contiene. "Terminamos en enero [de 2017], y en marzo o abril ya me estaba reuniendo otra vez con Juan Carlos Rubio para decirle que teníamos que hacer algo, porque ya no podía esperar más. Había sido tan buena la experiencia que quería repetir", explica el presentador, que se puso otra vez bajo las directrices del cordobés para protagonizar una nueva comedia musical. Grandes éxitos, una pieza sobre la amistad y el regreso del pasado, es el proyecto que traerá mañana al Palacio de la Ópera, donde estará a partir de las 20.00 horas. Interpretándose a sí mismo, el actor repasará algunas de las canciones más emblemáticas de la historia, que servirán de telón de fondo a una trama en la que se verá obligado a grabar un disco con su peor enemiga.

-Siempre acaba por interpretarse a sí mismo, ¿no le llama la atención el meterse en un personaje de ficción?

-Sí que es verdad que llevo a mi nombre al personaje protagonista, pero luego tiene poco que ver conmigo. Tanto a mí como al director nos gusta mucho ese juego de la ficción y la realidad. Esa mezcla me parece interesante.

-¿Qué tendría que tener claro cualquier actor que se propusiese ponerse en su piel, como hace usted en estos Grandes éxitos ?

-Uf? No tengo ni idea. Yo creo que todos tenemos una visión muy distorsionada de nosotros mismos. Nos vemos de una manera, pero luego la gente advierte aspectos de nosotros que no vemos. Por eso yo cuando me imitan lo paso fatal, porque hacen cosas que a lo mejor son muy características mías, pero que no las veo. Es una de las cosas que más me llama la atención, cómo la imagen que tenemos de nosotros mismos tiene tan poco que ver con lo que somos en realidad. Incluso físicamente.

-¿A qué se refiere?

-A mí me parece muy curioso cuando en las redes la gente hace comentarios negativos sobre el aspecto físico de uno. Y luego, cuando por curiosidad vas a ver el perfil de la otra persona, ves que es un auténtico callo [se ríe]. Eso me ha pasado, pero supongo que es por eso.

-¿Y no le cansa?

-Lo que más me cansa de esta profesión es tener que enfrentarme todo el rato a mí mismo. Va inherente estar continuamente recibiendo comentarios sobre lo que haces, sobre lo que no haces? Malgastas una serie de energías intentando aceptar lo que sucede a tu alrededor?

-Comentaba hace unos años que sí era cierto que le habían propuesto grabar un disco, justo la premisa de este espectáculo.

-Son esas cosas que de repente salen y son propuestas como muy vagas, hechas al calor de la popularidad. Pero vamos, propuestas rarísimas he tenido mogollón. Cuando sales en la televisión y te conviertes en una persona popular te ofrecen muchísimas cosas. Películas también, pero no te pienses que con grandes directores. Son cosas muy peligrosas [se ríe].

-¿Hay que tener muy claro el camino de uno?

-O si te apetece jugar, jugar. Yo creo que mientras tengas claro lo que quieras hacer o no? Luego si en el camino te quieres entretener y hacer cosas que en teoría no tenías que hacer, ¿por qué no?

-¿Por qué no aceptó entonces la propuesta del disco, si ser cantante era una cuenta pendiente que tenía?

-Porque no me llama la atención, creo. Me gusta cantar dentro de un contexto, en una comedia musical, porque me veo arropado. Pero por ahora no me veo haciendo giras de conciertos, aunque no sé por dónde me llevará la vida.

-En la obra, debe enfrentarse a una enemiga de su pasado, interpretada por Inés León. ¿Usted también ha tenido que confrontar su propio pasado?

-Yo creo que más cuando era joven. Ahora ya no. Cuando estás empezando en esta profesión, y empiezas a hacerte un poco conocido, el pasado que has tenido tienes miedo de que aparezca o que haya gente que lo utilice como arma arrojadiza para hacerte daño. Pero a mí ya no me asusta, y estoy muy orgulloso de mi pasado. Una de las grandes conquistas es convivir con tus puntos complicados y saber manejarlos.

-En su tiempo en Badalona se planteó estudiar interpretación, pero finalmente lo descartó. ¿Qué le frenó entonces?

-Estamos hablando de 30 años atrás. Ahora es usual que la gente estudie canto e interpretación, pero entonces no. Yo no conocía absolutamente a nadie que tocara un instrumento en mi barrio o que fuera a clases de algo que tuviera que ver con el arte. Era como dar un paso muy importante para el que no estaba preparado. Se veía como una cosa que no era ni una profesión.

-Ahora presenta, actúa, canta? ¿uno se siente más expuesto en un teatro que en un plató?

-[Lo piensa] Yo esas diferencias no las tengo. Es que son 20 años, y lo que quiero fundamentalmente es ir a trabajar y pasármelo bien. Yo entiendo que mis programas son muy vistos y hacen mucho ruido, pero la mayoría de las veces es un ruido muy prefabricado. La gente que ve la televisión lo hace para distraerse, y, cuando apaga la tele, se olvida.

-¿Cree que acuden al teatro con la curiosidad de conocerle en otras facetas?

-Yo creo que la primera vez sí, y por eso es tan importante la segunda función. Tú puedes engañar al público una vez, pero solo una. Y nosotros vamos a hacer un año y medio de gira.

-De un espectáculo que podría ser también el título de unas memorias sobre su carrera...

-Para mí los éxitos tienen que ver con conceptos mucho más íntimos que los de audiencia o llenar auditorios. Creo que tiene que ver con la satisfacción de hacer algo con lo que disfrutes.

-Si hace balance, ¿ha habido más éxitos o fracasos en su vida?

-Yo creo que ahora estoy viviendo una época de mucho éxito personal, pero al final es inevitable pasarlo mal. Y tampoco hay que girar la cara al sufrimiento. Hay que saber por qué sucede, y extraer conclusiones. Porque incluso en esa situación se puede aprender. Lo que no está bien es tapar los sufrimientos. Cuando uno está mal, hay que tener la madurez de decir: "¿Por qué?".