La Diputación acaba de editar el libro La depuración del Magisterio Nacional en la provincia de A Coruña (1936-1945), tesis doctoral de Jesús Manuel García Díaz que recibió el premio Luis Tilve de Investigación e Divulgación Histórica. Se trata del primer trabajo sobre este proceso contra los maestros públicos tras el inicio de la Guerra Civil, que revela que un 21% de ellos fueron castigados en la provincia al ser considerados contrarios al régimen.

- ¿Cuál es el origen de su investigación sobre la depuración de maestros en la provincia tras la Guerra Civil?

-Quería hacer una tesis doctoral y el historiador Julio Prada Rodríguez me propuso investigar la depuración de los maestros y me dio a elegir las provincias de A Coruña o Pontevedra porque otra compañera iba a hacer la de Lugo. Empecé la tesis en noviembre de 2013 y se defendió, curiosamente, el 18 de julio de 2017, en la Facultad de Historia de Ourense. Es la primera investigación completa que se hace en Galicia sobre una provincia, analiza todas las frases del proceso depurador y las compara, genera una base de datos con 200.000 entradas, analiza el tiempo de resolución de los expedientes y de espera entre las distintas instancias, así como la aportación de cada una de ellas a la resolución final y los recursos presentados. También intenta reconstruir el paisaje sociocultural de un territorio rural con su moral, mostrando los consensos y disensos de los individuos con el nuevo régimen y permite conocer la situación personal y económica de los maestros castigados.

- ¿Cree que los maestros fueron especialmente perseguidos por el régimen franquista?

-Sin duda, que no le quepa a nadie la menor duda. Era una urgencia actuar contra ellos porque eran los educadores de los nuevos españoles, por lo que había prisa por depurarlos. Hablo de depuración administrativa porque se confunde con el asesinato. Hubo maestros que fueron asesinados, pero el objetivo de mi investigación es que fueron sometidos a un expediente de depuración. Para estudiarla hay que ir al Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, donde se encuentra el grueso de los expedientes de los maestros de toda España. Allí encontramos 2.000 expedientes de A Coruña.

- ¿Es esta la cifra definitiva de maestros depurados?

-Hay expedientes repetidos, por lo que en realidad son 1.968, pero revisando la prensa y el Boletín Oficial de la Provincia el número exacto fue de 2.061. Entre ellos hay 23 de maestros que fueron ejecutados por motivos como ser izquierdista, comunista, del Frente Popular, de la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza o de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT. Hay otros 21 expedientes de maestros que fueron encarcelados por ser masones, rebeldes, comunistas o espías.

- ¿Las acusaciones eran reales en todos los casos?

-La mayor parte de las denuncias se debían a las rencillas y envidias en el medio rural, y sobre todo a venganzas. El proceso de depuración tuvo tres fases, en la primera de las cuales intervino la autoridad gubernativa militar en julio y agosto de 1936. Si acusaban de algo, los militares castigaban directamente sin posibilidad de recurso y hubo 473 maestros sancionados. Como el curso se echaba encima, le pasaron esta labor a la máxima autoridad educativa de cada región, que en Galicia era el rector de la Universidad de Santiago, a quien le llegaron 164 expedientes, de los que hubo 121 sancionados y 43 absueltos. En ese periodo también actuó la Junta de Decanos, que revisó los casos de 12 maestros y sancionó a 8. La segunda fase está marcada por el decreto del 8 de noviembre de 1936, con el que los sublevados organizaron el plan de depuración con numerosa legislación, en la que figuraban las comisiones provinciales de depuración. Por la de A Coruña pasaron 1.967 expedientes y hubo un 27% de absueltos. Los expedientes pasaban después por la Comisión de Cultura y Enseñanza, que solía confirmar las decisiones anteriores y analizó 190 expedientes de los que absolvió al 39%. La última fase llegó en enero de 1938 con la creación del Ministerio de Educación Nacional, cuya Oficina Técnica Administrativa actuó hasta 1944 y dictó 695 resoluciones, con un 99% de absoluciones. También existía la Comisión Superior Dictaminadora, que emitió 1.095 resoluciones sobre maestros coruñeses, de las que el 69%. Al ver que la depuración se les iba de las manos, crearon el Juzgado Mayor de Revisiones para analizar los recursos y que analizó 645 expedientes, de los que absolvió al 66% de los maestros.

- Había una auténtica maquinaria administrativa para desarrollar este proceso.

-Y muy bien pensada. Al final tuvieron una resolución definitiva 1.963 maestros de la provincia, de los que fueron castigados el 21% y absueltos el 79%. El número total de maestros en la provincia era de 2.184 y examinaron a todos, aunque no sabemos qué pasó con todos ellos.

- ¿En qué consistían los castigos impuestos?

-Podían separarlos definitivamente del puesto, suspender de empleo y sueldo desde un mes a indefinidamente y trasladar a otra provincia y si eras nacionalista a la otra punta del país. Las infracciones podían ser políticas, sociales, profesionales y religiosas o morales. Te ponían denunciar por tener una criada en casa si eras soltero, si ibas con amigos al baile si eras jovencita, si no vestías como ellos querían o te pintabas las uñas, algunos fueron acusados de mujeriegos y alguna maestra de pegarle al marido, así como de no tener "fervor por el glorioso movimiento salvador". Se pedía un informe de cada maestro del párroco, del alcalde, de la Guardia Civil y de un padre de familia de buenas costumbres. También podían informar la Falange, algún vecino, empresario, algún maestro delator e incluso algún inspector de educación, pero eran tenidos en cuenta sobre todo los de los curas, que eran los más meticulosos, ya que contaban con unos cuestionarios muy puntillosos en los que se preguntaba sobre cuestiones profesionales, sociales, políticas, sindicales y religiosas.

- ¿Quedaban marcados socialmente los castigados?

-A pesar de que los absueltos fueron más que los sancionados, eso no quiere decir que para los que se libraron ese periodo fuera un camino de rosas, ya que hubo 266 maestros perdonados al final del proceso pero que en una fase anterior habían sido sancionados. Los que volvían a trabajar no tenían más remedio que tragar con ruedas de molino y amoldarse a la nueva ideología, aunque hubo maestros que acogieron muy bien el nuevo régimen.