La vidriera franquista está más cerca de desaparecer del palacio municipal de María Pita. El Gobierno local mantiene conversaciones con la empresa adjudicataria de la sustitución del símbolo franquista para arrancar las obras en poco tiempo. Y es que, tras el conflicto entre ambas partes sobre la necesidad de que el operario encargado de la obra realizara un curso específico para los trabajos y la posterior ausencia de talleres para poder realizarlo, el técnico que se encargará de las labores ya tiene el certificado requerido.

En estos días, la Concejalía de Rexeneración Urbana intercambia documentación en relación con temas de seguridad con la compañía para planificar la tarea. Y es que es imprescindible, explican fuentes municipales, la instalación de una línea de vida en el lucernario y también la coordinación con la actividad municipal en el palacio municipal ya que las obras implicarán el cierre de la escalera de honor durante cuatro semanas. Esta es la duración estimada de los trabajos, que tendrán un coste de 60.500 euros. Una partida económica incluida en los presupuestos de 2017 y que se mantiene en los de este año, prorrogados del pasado.

La contratación de los trabajos a Maumejean Vidrieras Artísticas, la misma empresa que había colocado la vidriera original, se cerró en enero pero no fue hasta el mes de julio pasado que la Comisión de Seguimiento del Pepri se pronunció sobre el proyecto; un paso obligatorio ya que el edificio tiene protección monumental. Ese mismo equipo dio el visto bueno al nuevo diseño y se preveía que la instalación comenzara después del verano aunque la ausencia del certificado que requería un curso específico causó la demora de las obras hasta ahora.

La tarea consistirá en sustituir el emblema que utilizó el régimen franquista por el que es oficial desde 1981, que tiene una configuración diferente y en el que sobresale la desaparición de su fondo del águila de San Juan, uno de los símbolos de la monarquía castellana. Hace una década que el pleno municipal, con la abstención del PP, aprobó la retirada de 53 símbolos franquistas que aún pervivían en la ciudad y desde entonces, y aún en este mandato, se realizaron algunos de los cambios en nombres de calles de la ciudad.

Pero este emblema no estaba en ese listado. El comité de expertos que asesoraba al Concello en el cumplimiento de la ley sobre memoria histórica no llegó a un acuerdo sobre la supresión del escudo al producirse un empate a tres entre los historiadores. Los defensores de mantenerla justificaron su decisión apelando al valor artístico de la cristalera y el Concello defendió entonces la conveniencia de conservar el escudo como una "pieza de museo inserta en el edificio municipal". El actual Gobierno local argumentó que este comité era consultivo para decidir su retirada.