"Estos mapas, como tantas otras cosas, pudieron haber acabado en la basura. La cuestión es que, en ese momento, haya alguien con conocimientos y curiosidad para saber qué es lo que se puede perder. Pasa muchas veces que la gente, por ignorancia, destruye cosas y después no se da cuenta hasta muchos años después de las oportunidades perdidas", explica el profesor emérito de la Universidade da Coruña, Juan Ramón Vidal Romaní, que hoy hará oficial la cesión de un original de la Carta Geométrica de Domingo Fontán, de 1845, y de un ejemplar de la Descripción Geonóstica del Reino de Galicia y del mapa petrográfico gallego, de Guillermo Schulz, también originales y que conservan el color.

Él, que es catedrático de Geodinámica Externa de la UDC, salvó a estas obras de acabar en la basura y quiere que este patrimonio pase a manos públicas. Cuenta Vidal Romaní que los mapas llegaron a él "por casualidad" y que han estado juntos durante muchos años. Ahora los dona a la universidad en la que ha trabajado durante casi medio siglo.

"El mapa de Domingo Fontán lo iban a tirar a la basura, entonces, me avisaron, fui con una furgoneta, lo recogí y lo traje para el instituto. El otro me lo regaló un amigo hace muchos años, pero no sabía ni lo que me regalaba. A mí me parece muy importante que la universidad en la que he trabajado casi cincuenta años, que es muy joven, tenga estos ejemplares valiosos de estas obras tan importantes para Galicia. No me los voy a quedar yo en casa para que un día también me los tiren a la basura", bromea Vidal Romaní y lamenta la falta de protagonismo que, en su día, tuvieron estas obras. Y es que, gracias al trabajo de Fontán y de Schulz, Galicia fue la primera región de Europa que tuvo mapas modernos geográficos y geológicos.

Ambos investigadores recorrieron Galicia durante años en el siglo XIX, aunque, según explica Vidal Romaní, nunca llegaron a cruzarse. Les unen muchas cosas, entre ellas, el método que utilizaron para recorrer aquella Galicia huérfana de carreteras. Se movían en caballo y transportaban en mulos los aparatos necesarios para hacer sus investigaciones.

"El trabajo de Fontán fue más complicado de hacer porque tenía que tener a alguien; creo que era en la ría de Arousa que le daban la presión atmosférica y tomando como referencia el valor que le daban por teléfono, entonces él calculaba... Fue una cosa bastante complicada. Con el mapa geológico, la metodología era diferente. Había que hacer una serie de recorridos para ir recogiendo muestras de roca cada cierto tiempo y luego Schulz lo describía. Era un proceso diferente pero que tuvo buenos resultados", explica Vidal Romaní. Aunque todo ese saber no fue aprovechado por la población gallega, al menos, no desde el principio.

"Durante mucho tiempo estos trabajos no se utilizaron. El de Guillermo Schulz era un libro como secreto que tenían los mineros que trabajaban aquí", relata Vidal Romaní. Lo cierto es que "podía acceder a él cualquiera, pero no era conocido por la gente", por lo que, al final, solo lo usaban los que viajaban a Galicia para explotar sus recursos naturales.

"Lo usaban los que venían a buscar minas, porque él dio la referencia en el libro de muchos yacimientos minerales. Lo que pasa es que la Administración y los gobernantes no le hicieron demasiado caso. En el caso de Fontán, pasó lo mismo, no se usó hasta muy tarde y después, fue sustituido por nuevas obras. Lo único que demuestra esto es que Galicia es una parte de España especializada en perder oportunidades", lamenta Vidal Romaní.

En el libro Fontán, su autor, Marcos Calveiro, Fontán, recrea el día a día de Domingo Fontán, cómo fue no solo investigador, sino también persona comprometida con el liberalismo, lo que le llevó a sufrir represalias y cómo quería hacer una obra que supusiese un antes y un después. "Él no pretendía ser como uno de esos afamados cartógrafos de despacho que trazaban mapas y perfilaban costas y puertos sin haber pisado el terreno o navegado los mares, partiendo siempre de las referencias y descripciones de viajeros, marinos, o de otros cartógrafos. Él quería que su carta reflejase la verdadera Galicia, tal y como era, con la mayor semejanza y veracidad posible", relata Calveiro en esta obra, que fue premiada por Repsol en su certamen de narrativa breve.

"Teniendo el primer mapa geográfico moderno y el primer mapa geológico y teniendo una buena descripción de las minas, casi nunca se usaron. Es decepcionante...", dice Vidal Romaní. Y es que, la mina de lignito de Meirama, que estuvo operativa desde 1980 hasta 2007, por ejemplo, ya había sido señalada por Schulz en su obra. "No fue hasta cien años después de la publicación del trabajo que se empezaron a explotar esas minas. Eso indica el valor del trabajo de Schulz y el poco valor que le dio la clase política de la época, que no lo usó para nada y, como los lignitos, muchos recursos más", comenta Vidal Romaní, que defiende que conocer los recursos de la tierra que se habita es crucial para su desarrollo.

"En Galicia somos especialistas en derrochar cosas ya hechas y adelantos que podía haber habido en la historia. No se ha hecho demasiado caso a estos avances. Estos dos trabajos son muy importantes para Galicia porque, aunque no hayan sido aprovechados, hubo oportunidades para desarrollarse muchísimo más y para no estar tan atrasados. Estas obras demuestran que la gente que trabajaba aquí era muy competente, hizo un buen trabajo que aún a día de hoy adivinamos su valor", resume Vidal Romaní.