Un hombro en el que apoyarse y un amigo al que avisar en caso de estar en problemas. Así de sencillo es el objetivo que persigue el programa Tutoría Entre Iguales (TEI) que el colegio San Francisco Javier desarrolla por segundo año consecutivo. Pretende poner fin al acoso escolar con la ayuda de los niños. De esta manera, los alumnos de sexto y quinto de Primaria son tutores de los estudiantes de cuarto y tercero, respectivamente. "Es una forma de fomentar las relaciones entre diferentes cursos y que los niños aprendan a identificar las emociones de otros", explica María José Couso, una de las profesoras implicadas en el proyecto.

En el primer año, la actividad se centró en la formación. Con la lección aprendida es momento de dar un segundo paso. "Ahora los niños tratan de fortalecer el vínculo entre ellos y hacen talleres juntos, como papiroflexia y sudokus", detalla. Esto genera una confianza entre los alumnos de diferentes cursos. "Los pequeños se sienten importantes y los mayores ven que son más responsables y se fijan en las acciones del resto", apunta la profesora. Es una "ayuda mutua" que busca poner fin a agresiones o situaciones de acoso. "Si se conocen unos y otros, los que hacen de tutores son capaces de identificar si alguien se siente mal", explica Couso.

Tras dos años de programa, los niños han aprendido a "darse cuenta de qué es una broma de patio y qué no". Saben cómo tratar a sus compañeras y qué palabras o insultos pueden afectar más que otros. Como premio a su esfuerzo, los estudiantes que participan en esta iniciativa recibieron ayer diplomas acreditativos de la actividad. El alcalde, Xulio Ferreiro, acudió al centro con la concejal de Xustiza Social, Silvia Cameán, para felicitar a los pequeños en su labor. También estuvieron presentes el director del centro de formación de recursos, Emilio Veiga, y las jugadoras del Deportivo, Peque y Kika.

La actividad ayuda también a "dar visibilidad a la lucha contra el acoso" y concienciar a toda la comunidad educativa. Los alumnos, además, "se dan cuenta de que pequeñas tonterías pueden ser serias" y eso les hace pararse a pensar en sus compañeros. "Hay roces. Lo típico entre niños. Pero es importante que sepan si es algo grave o no. Que identifiquen los sentimientos del resto de alumnos aunque sean de otros cursos", dice María José Couso. La labor del San Francisco Javier, sin embargo, no acaba aquí. El centro continuará desarrollando el programa e implicando en él a estudiantes, profesores y padres para fomentar la convivencia.