Hace ya casi dos décadas que los caminos de los arquitectos Arata Isozaki, galardonado este martes con el premio Pritzker 2019, y César Portela se juntaron en Japón. Una conexión que traspasó fronteras y llegó hasta A Coruña para dar paso a la construcción de la Domus, conocida también como la Casa del Hombre, que vigila la playa del Orzán desde 1995. Un edificio "emblemático", según el arquitecto gallego, que nació a partir de una conversación entre amigos. "Cuando le ofrecieron hacer la Domus, Isozaki ya me conocía y me dijo que si yo me animaba, él decía que sí ya que era distinto si yo estaba en A Coruña siguiendo el proceso", explica Portela, que tomó el papel de director de obra.

Ahí empezó un trabajo conjunto y, a la vez, una amistad que perdura hasta hoy. "Seguimos en contacto", apunta el arquitecto de Pontevedra, que recuerda que la edificación de la Domus "fue un proyecto complejo pero muy satisfactorio". Se levantó sobre una cantera de granito frente al mar. Pero esto, lejos de ser un inconveniente, se convirtió en una de sus características. "Desde el primer momento sabíamos que tenía que estar ahí arriba, como si fuera una vela al viento en la bahía del Orzán. También para que se viera desde lejos y se distinguiera", expone César Portela.

En el proyecto que presentó Isozaki el 29 de octubre de 1993 se conocía un innovador diseño con una fachada curva de 110 metros de largo y 17 de altura. Siempre con el granito y la pizarra como protagonistas. "Había que utilizar materiales muy resistentes porque es un edificio que recibe todos los envites del viento y del salitre del mar", manifiesta.

Una vez cada tres meses entre 1993 y 1995, cuando finalmente se inauguró la Domus, Arata Isozaki viajó a A Coruña para no perder detalle de la construcción. Portela recuerda aquellos encuentros: "Es una persona encantadora. Cada vez que venía lo pasábamos muy bien. Le gusta mucho Galicia, las comidas de aquí, el clima y el paisaje".

Ambos arquitectos aseguran estar "muy contentos" por "el resultado final" del edificio, que en su interior alberga juegos, paneles, exposiciones y talleres sobre el cuerpo humano y la evolución de la humanidad. Veinticuatro después de su apertura al público, la Casa del Hombre sigue siendo un reclamo para locales y turistas.

La huella que dejó la edificación de la Domus en Isozaki hizo que el arquitecto nipón mantuviese ese estilo a miles de kilómetros de distancia. El granito y la pizarra siguieron siendo sus materiales estrella. "En A Coruña fue la primera vez que los utilizó y le gustó mucho el resultado, así que siguió con ellos en otros proyectos", analiza César Portela, que también mantuvo encuentros con Arata en Japón, donde el arquitecto gallego realizó el proyecto de un restaurante de la ciudad donde el japonés residía.

En 2008 nació el hermano pequeño de la Domus: el Museo de Arte CAFA, en Pekín. Isozaki proyectó este edificio de 24 metros de altura y seis niveles, que tiene cierta similitud con el museo coruñés, tanto por los materiales utilizados como por el diseño. "Se quedó tan contento con el resultado de la Domus que siguió con ese estilo. Yo también estuve muy satisfecho, por la obra y por haber trabajado con Arata porque además de ser un gran arquitecto es una excelente persona", concluye Portela, que también trabajó con el japonés en el parque de Vistalegre de Santiago.