Botellas de cerveza vacías, cristales rotos, colillas de cigarrillos, cáscaras de pipas, bolsas, papeles, trapos sucios. Con este panorama se encontraron ayer en el patio, a primera hora de la mañana, alumnos, padres y profesores del CEIP Sanjurjo de Carricarte, en el barrio de Monte Alto. No es la primera vez, y las hubo peores y frecuentes, con pintadas en muros y robos en el interior. Han vuelto las invasiones nocturnas, dos el último fin de semana, en el que los asaltantes también rompieron un espantapájaros del huerto escolar del centro.

El ANPA del colegio denuncia estos nuevos hechos vandálicos que han dejado restos sin recoger de un botellón en el patio horas antes de que los menores entrasen en sus aulas. El domingo por la mañana el lugar apareció sucio y tuvo que ser limpiado, y ayer, también, cuenta una madre del ANPA; la noche anterior, añade, una vecina vio desde la ventana de su domicilio a un grupo de cinco o seis jóvenes saltar una valla del centro. Los chicos se situaron junto a la entrada del local de la asociación de madres y padres, que es menos visible desde el exterior. Antes de marcharse orinaron en alguna esquina y después dejaron restos esparcidos por la zona del patio donde se colocan los niños para formar filas cada mañana. A primera hora del día unas limpiadoras se afanaban por retirar los objetos.

La nueva invasión no coge por sorpresa a la comunidad educativa del colegio Sanjurjo. Visitantes nocturnos también han utilizado el patio a su antojo en el pasado, hace dos años. Incluso durante una temporada hubo asaltos continuos y desaparecieron un ordenador y un equipo de sonido. Familias y docentes exigieron medidas, como una puerta de seguridad y una alarma y alertaron del peligro de permitir utilizar el patio a personas ajenas al centro, ya que durante el verano las puertas están abiertas al uso vecinal.

Las entradas sin permiso y con vandalismo a las instalaciones del Sanjurjo afean la condición que tiene el centro como colegio premiado por Unicef por buenas prácticas en derechos de la infancia gracias a O noso patio, un proyecto surgido hace más de tres años con el que se pretendió remodelar y mejorar el patio. En la iniciativa intervinieron padres, profesores y alumnos y colaboró el Concello; con el esfuerzo colectivo el espacio de recreo ganó un huerto, jardines, murales, bancos de colores y un área de juegos infantiles de madera.