Aunque ayer el coche estaba correctamente estacionado en una calle del entorno del cementerio de San Amaro, quedaba claro, a simple vista, que su propietario había infringido la normativa de aparcamiento en algún momento del pasado, ocupando una acera. Y es que el capó del automóvil había sido rayado con un mensaje contundente: Las aceras son para los peatones.