Carolina es un nombre inventado para una mujer menuda, madre de dos hijos que, a día de hoy, cinco años después de enterarse de que su vida iba a cambiar en diez días porque el banco se quedaría con una vivienda de la que había pagado ya unos diez años de cuotas de hipoteca, no puede pasar por delante del que fue su hogar. Sabe que allí vive otra familia y que el banco, el mismo que la echó, la vendió por más de 300.000 euros y que concedió una nueva hipoteca a sus dueños. Nada más.

"Tienes una vida normal, una familia de clase media, trabajadora de toda la vida. De repente, llegó la crisis, nosotros teníamos un negocio y las ventas empezaron a fallar, entonces, tu vida empieza a ir muy justa para todas las cosas, te ves que no puedes pagar la hipoteca que pensabas que ibas a pagar y que ibas a tener tu casa. Entonces, los ingresos ya no llegaban y priorizas. La prioridad es comer y la hipoteca se va retrasando. Al principio, te dicen que no tienes ningún problema, que no pasa nada, pero sí que pasa", comenta Carolina, que encontró en Stop Desahucios "energía", "ayuda" y consejo.

Ella y su pareja habían pedido el crédito en 2003 para la compra de la casa y, en 2014, tuvieron que abandonarla. En 2013, tras no haber pagado tres cuotas, el banco les cerró el crédito y, según cuenta, a partir de ahí, "ya no hay nada que hacer". "En mi caso, yo ni siquiera me enteré, me enteré a diez días de dejar mi casa. Sabía que teníamos dificultades, pensaba que mi marido estaba en negociaciones con el banco y no era así. A diez días de dejar la casa, me lo dice y, en esos diez días tienes que meter tu vida en unas cajas que no sabes ni dónde vas a meter", explica Carolina, a quien la situación pilló totalmente desinformada.

"Pensamos que no se puede hacer pero sí que se pueden hacer cosas, la Justicia, a veces, es muy poco justa y, por ejemplo, para defenderte de una ejecución te dan muy poco tiempo y, en esos días, no sabes ni dónde estás. Mis hijos tenían dos años y mi prioridad era que estuviesen bien, no pelearme con un banco", describe Carolina, que sintió "vergüenza" y mucha soledad en el proceso. No sabía que lo que a ella le había pasado, que el banco se llevase su casa "por la mitad de su valor", era algo contra lo que habían luchado antes otras familias.

"Lo peor no es que se lleven la casa, que tengas que deshacer tu vida en unos días y buscarte otra, que se queden con el dinero que has pagado durante años sino que, además, te queda deuda. Te asfixian para toda la vida", relata Carolina, que vive ahora con su madre, su hermana y sus hijos „tras el proceso, se ha divorciado„.

"Hay varias maneras de enfrentarse a esto. Yo tenía muy claro que mi prioridad eran mis hijos, así que, empecé a investigar y a ver qué podía hacer porque no era posible que me pasase a mí sola y descubrí que sí que es posible que no te echen de tu casa, o que no la valoren en lo que el banco quiere sino en su valor justo y real. Evidentemente, si pides un crédito lo tienes que pagar, pero si tienes dificultades después de mucho tiempo pagando, deberían negociar o facilitar el pago. Es directamente proporcional su enriquecimiento y tu empobrecimiento", comenta Carolina, que considera que empezar a ver el problema de otra manera, sabiendo que puede haber solución, es vital para los afectados.

En su caso, pudo recurrir a la familia, aunque hay personas que, a no saber cómo actuar, suman carecer de una red a la que acudir para informarse. Al desconocer el problema al que se enfrentaba, ella ya no tuvo la opción de pedir ayudas sociales ni dinero a su familia o a sus amigos. Ahora, que tiene un trabajo y que su situación está empezando a cambiar, ayuda a otras personas, con su experiencia previa, a enfrentarse a un desahucio. "Lo más importante es que sepas por dónde tienes que moverte y qué opciones tienes", explica, antes de participar en la asamblea de Stop Desahucios.

Sabe que la casa ya no la recuperará nunca más pero, por lo menos, ha conseguido la reducción de la deuda, identificando, por ejemplo, cláusulas abusivas. Estar en esa situación, en la que mantiene deudas con un banco implica que no pueda contratar, ni siquiera, una línea telefónica. "Estar en la lista de morosos te limita la vida para todo", relata.