El pintor coruñés Alfonso Abelenda falleció a los 87 años en la tarde de ayer al no recuperarse de una infección tras haber sido intervenido quirúrgicamente por una peritonitis. Su cuerpo será trasladado hoy a las 16.00 horas desde la funeraria Génesis hacia el crematorio municipal de Feáns, donde será incinerado. No habrá ceremonia funeraria. Deja tras de sí una intensa trayectoria artística y vital que sus familiares, allegados y entorno profesional destacan como "espléndida" y "excepcional". Llevaba el mar coruñés en el corazón y así lo trasladó a su obra. La Marina, Orzán, Riazor y San Amaro son escenarios recurrentes en su pintura. Su último trabajo, en el que también retrata el paisaje coruñés, podrá disfrutarse a partir del próximo 11 de abril en la sede de Afundación en los Cantones.

Alfonso Abelenda vivía en la calle Socorro y le gustaba pasear con su perro Tarzán. Solía visitar la galería Xerión, uno de los últimos lugares que acogió sus pinturas y a la que estuvo vinculado durante al menos veinte años de trayectoria profesional. Allí se sentaba a charlar con Ana Souza, responsable de la galería. Con ella compartía los recuerdos que guardaba de África y de su etapa como atleta profesional. "Era un Quijote andante, un fuera de serie", explica ella.

En una entrevista a este periódico, con motivo de la inauguración de su exposición en el Náutico en 2011, confesó que pintar la dársena era una de sus grandes dedicaciones porque plasmaba en sus cuadros recuerdos de su infancia. Volcaba su experiencia vital en su pintura como si se tratase de un refugio. Y así le dio fuerza plástica a los paisajes de Orzán, Riazor, Ciudad Vieja, el puerto pesquero, San Amaro? Estampas coruñesas que abarcan toda una obra.

Dedicó una de sus pinturas a Picasso. Su paloma picassiana fue en 2013 una de las 16 expuestas en las calles de A Coruña en una iniciativa impulsada por los comerciantes coruñeses para animar el consumo. "La pinto como me va surgiendo, sin una idea previa. La cambio de sitio, la miro de un lado y de otro y voy viendo cómo queda", explicaba desde su estudio durante el proceso de elaboración.

De su larga trayectoria destacan sus inicios en revistas madrileñas, donde publicaba viñetas humorísticas. La revista de humor gráfico La Codorniz fue una de las publicaciones en las que colaboró durante esta etapa. Varios de estos trabajos fueron recopilados en 2013 con la reedición de la antología Abelendario editada por la librería Arenas. Entre las múltiples facetas del artista coruñés figuran también sus murales.