Al tiempo que comenzaba una batalla judicial de dos décadas por el precio de las expropiaciones, el Gobierno local de Francisco Vázquez presentaba el proyecto de la Casa de la Historia o Casa de los Antepasados, llamado a formar parte de la red de museos científicos de la ciudad y la pieza estrella de un parque arqueológico urbano en torno al castro de Elviña. Participaron en el concurso para diseñarlo relevantes nombres de la arquitectura mundial y ganó por unanimidad Manuel Gallego Jorreto, Premio Nacional de Arquitectura, por ser el que mejor interpretó "la relación entre el museo y su entorno".

Vázquez seguía con el concurso pero la financiación estaba en el aire. El exalcalde llevaba meses demandando a la Xunta que colaborase económicamente en su construcción porque el Concello siempre había afrontado "en solitario" la oferta cultural. Necesitaba, para el desarrollo del castro, el museo, el neocastro, el mirador y la urbanización, 14,5 millones de euros.

En junio de 2003 se conocían los siete finalistas, solo uno del país, Manuel Gallego Jorreto. La relación de aspirantes no pudo despertar más expectación. Como la presencia de la iraní Zaha Hadid, premio Mies van der Rohe en 2003 y Pritzker en el año siguiente. Proponía una gran estructura de acero y hormigón en la que la luz, tanto artificial como natural, podía llegar a hacer emerger el museo sobre el paisaje. Otra de las estrellas era David Chipperfield, que diseñó para Elviña una culebra de cristal, con planta en semicircunferencia, ofreciendo un paseo al lado del yacimiento.

El estudio de Tuñón y Mansilla, autor del Musac de León, propuso tres edificios independientes que simbolizaban estrellas de mar o flores, un proyecto, decían, para la " elviñización de A Coruña" que llegaría con la promoción de productos con la misma forma que la Casa de la Historia. Proponían que un tranvía trasladase a los visitantes por el parque. El estudio holandés MVRDV es uno de los más recordados por sus trece plantas con una fachada que simulaba el mapa de Galicia sobre la que se podrían proyectar imágenes.

El arquitecto catalán Carlos Ferrater pensó en un edificio tallado en la ladera con rampas para descender de una sala a otra; Martínez Lapeña y Torres Tur crearon una construcción con paredes de hormigón que seguía el contorno del paisaje para camuflarse en él; y el estudio suizo de Gigon & Guyer levantaba tres inmuebles visibles desde la ciudad con formas cúbicas y amplias ventanas en homenaje a las galerías coruñesas.

En dos horas de deliberación y por unanimidad, el jurado presidido por el alcalde escogió por unanimidad a Manuel Gallego Jorreto, que ya había logrado el Premio Nacional de Arquitectura por el Museo de Belas Artes de Zalaeta. En su proyecto, sugería una "arquitectura virtual" con techos y tabiques móviles que permitían estructurar la Casa de la Historia según las necesidades de cada momento o exposición. Desde el edificio, "incrustado en la cantera", se vería A Coruña a un lado y el castro al otro. Ordenaba el paisaje con bosques de árboles caducifolios, praderas para resaltar las colinas y zonas de reposo.

Además de su integración, el jurado quedó convencido por su viabilidad técnica y económica. Ni Gallego Jorreto ni los coruñeses vieron materializarse el museoGallego Jorreto, que quedó en el cajón incluso antes de que estallase la crisis. El concejal de Urbanismo, José Luis Méndez Romeu, insistían en que el Gobierno gallego tenía que comprometerse con el proyecto y avanzaba que negociarían un nuevo convenio para el desarrollo que nunca se firmó.